Crea vida con una simulación sorprendente

Conoce una de las simulaciones más famosas a cargo de un matemático británico que creó un juego que emulaba el comportamiento celular.

Crea vida con una simulación sorprendente
Este es John Horton Conway. Biography

Existen multitud de aspectos de la ciencia que puede ser reproducidos gracias a la tecnología que tenemos actualmente. Casi cualquier tipo de comportamiento, patrón o secuencia puede ser entendida y programada en los modernos ordenadores cuánticos. Sin embargo, el caso del que te hablaré en el artículo de hoy es distinto.

La informática de los 70 es puesta a prueba

Distinto porque no implica la utilización de un ordenador de este siglo, sino que la programación y el hardware provienen del siglo pasado, en concreto de la década de los 70. Si quieres conocer más acerca del autor, del juego y de sus implicaciones, éste es tu lugar.

Un matemático

Existen figuras dentro de todas las disciplinas de la ciencia o el arte que traspasan fronteras, ya sea por su manera de entender el mundo, por lo avanzado de su pensamiento o, simplemente, por su cierta dosis de locura. John Horton Conway era una mezcla de esas tres cosas, dentro del cuerpo de un matemático.

Como bien nos indican en la página web de The Guardian, John tuvo una complicada infancia entre colegios, donde su caracter introvertido le convirtió en una persona consciente de los problemas que le rodeaban. Cuando, por fin, entró en la Universidad de Cambridge decidió dejar atrás su problemas de timidez y construir un nuevo yo.

Tras distintas teorías en las que participó activamente, Conway ha sido considerado como el padre de la Teoría de Juegos Combinatorios y, más concretamente, como el inventor del Juego de la Vida. ¿Quieres saber en qué consiste el mismo y que reglas tiene?

El Juego de la Vida

Este juego está basado en los llamados Autómatas Celulares, que no son otra cosa que modelos matemáticos para explicar ciertos procesos naturales, por ejemplo, la expansión de un virus. En estos modelos tenemos tres elementos diferenciados. Por un lado, un espacio donde las células puede interactuar entre ellas. Lógicamente, tenemos dichas células, es decir, los elementos que se encuentran dentro de ese espacio. Por último, tenemos que conocer qué estados pueden presentar dichas células, como por ejemplo, vivas o muertas.

Existen tres componentes en el juego

En este último caso es donde entra en juego, nunca mejor dicho, el Juego de la Vida de John Conway. Gracias a la información publicada en el medio online Tecnoxplora, conocemos que el espacio de juego será una cuadrícula donde cada pequeño cuadrado será una célula. Las células pueden estar vivas o muertas y se ven afectadas por los ocho cuadrados que tienen alrededor.

En este juego existen tres reglas básicas. Una célula viva morirá cuando en su entorno existan menos de dos células vivas o más de tres. Si en el entorno hay dos o tres células vivas, la célula sobrevivirá. Por último, para que una célula muerta nazca es necesario que en su entorno haya tres células vivas. El ejemplo del vídeo que te dejo aquí arriba es realmente interesante e ilustrativo para entender esta simulación.

Implicaciones

No quiero entrar en discusiones demasiado complicadas, primero porque no las conozco a ciencia cierta y segundo porque no soy la persona más indicada para valorar complejos sistemas matemáticos. Una de las primeras cosas que llama la atención de este modelo es que puede servir para vislumbrar patrones que se repiten durante el mismo. Digamos que los patrones son secuencias presentes en la naturaleza que se consiguen reproducir en un ordenador. Imagínate lo que podría hacerse con los famosos ordenadores cuánticos.

La predicción de pautas es un hecho en la actualidad

Además, este modelo nos hace pensar en cómo nuestra vida, las células que componen nuestro organismo, se comportan de una manera muy similar al juego. Quizás dentro de unos años alguien consiga replicar o prever de manera exacta qué brotes de virus nos afectarán en mayor medida o, ya para el redoble de tambores, saber en base a los conocimientos actuales, hacia dónde se dirige la evolución humana de aquí a 100 años.

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