Donald Trump carga contra la prestigiosa universidad de Harvard: la institución se quedará sin financiación debido a los recortes
Una carta firmada por la secretaria de Educación acusa a la institución estadounidense de "odiar a América"

La Universidad de Harvard, uno de los centros académicos más prestigiosos del mundo, acaba de recibir una carta de la administración Trump, que parece escrita por el peor de sus enemigos. Linda McMahon, secretaria de Educación, es su firmante y en ella no solo se anuncia el corte inmediato de toda financiación federal futura, sino que lo hace con un tono de panfleto anticultural.
Donald Trump y la guerra contra Harvard
"¿Por qué hay tanto odio?", se pregunta Linda en el texto, mientras acusa a Harvard de violar sistemáticamente la ley federal y de adoctrinar a los estudiantes contra los valores de Estados Unidos. A lo largo de sus páginas, de una carta que puedes ver bajo estas líneas, la misiva pasa de cuestionar el origen de los alumnos internacionales a criticar una clase de matemáticas para estudiantes rezagados por la pandemia, sugiriendo que Harvard ha bajado sus estándares de excelencia.
Dear @Harvard: pic.twitter.com/XmMimXfkX0
— Secretary Linda McMahon (@EDSecMcMahon) May 5, 2025
En medio de las acusaciones, la administración desliza lo que parece una condición: se podría reconsiderar el corte de financiación si Harvard "cumple con la ley federal largamente asentada". Eso sí, esa ley no está definida y las demandas previas incluían exigencias que van más allá del marco legal vigente, como el control gubernamental de las contrataciones para garantizar "diversidad de puntos de vista".
El ataque parece más simbólico que jurídico. La carta no cita ni una sola base legal concreta y, en su segundo folio, sugiere que Harvard sobrevive gracias a su fundación de 53.000 millones de dólares, "fruto del sistema de libre mercado americano que enseñan a despreciar". La ironía es que parte de ese capital proviene, precisamente, de investigaciones financiadas por fondos públicos.
Más allá del tono incendiario, la medida tiene consecuencias tangibles. Se pone en jaque la financiación de miles de proyectos científicos, muchos de ellos punteros en áreas como medicina, inteligencia artificial o cambio climático. Y lo que es peor: sienta un precedente peligroso, donde la financiación a la investigación podría supeditarse a la afinidad ideológica del gobierno de turno.
En una era donde el conocimiento se convierte en moneda estratégica, cortar el grifo a una universidad líder por desavenencias ideológicas es dispararse en el pie. Harvard aún no ha emitido una respuesta oficial, pero es previsible que la carta desate una tormenta política, judicial y académica. Lo que está en juego no solo es el dinero, sino la independencia del pensamiento.