El dióxido de carbono moverá la nueva planta levantada en Austria: ¿es el futuro de las energías renovables?

Una nueva tecnología promete extraer este gas directamente de la atmósfera, con menos de 2.000 kilovatios hora de energía por tonelada

El dióxido de carbono moverá la nueva planta levantada en Austria: ¿es el futuro de las energías renovables?
Esta planta de captura de dióxido de carbono cabe en un contenedor
Publicado en Ciencia

Nosotros nos lo hemos buscado. Vivimos en una era donde el cambio climático amenaza con cambiar nuestras vidas y con exponer a los ecosistemas a condiciones distintas de las que estaban acostumbrados en los últimos milenios. Por tanto, nuestra tarea es doble: reducir nuestras emisiones y retirar el exceso de carbono que se encuentra en la atmósfera. ¿El problema? La tecnología para capturarlo era cara, lenta y consumía mucha energía. Hasta ahora.

Una máquina para limpiar el aire

Recientemente, investigadores de la Universidad Técnica de Viena han presentado una planta piloto bautizada como APU1, acrónimo de Austrian Pilot Unit 1 o Unidad Piloto Austríaca 1. Ocupa lo que mediría el contenedor de un camión y promete capturar 50 toneladas de dióxido de carbono al año. Además, su consumo de energía es de récord: menos de 2.000 kilovatios hora por tonelada. Esta es una cifra clave, ya que convierte la captura directa del aire en un proceso que podría ser replicado a escala industrial.

Este proyecto, impulsado y financiado por el inversor estadounidense Peter Relan, a través de la Fundación Dharma Karma, ha sido desarrollado por investigadores de la Universidad Técnica de Viena en colaboración con las empresas privadas DAClab y DACworx. Pero, ¿cómo funciona este sistema de captura del carbono? Algunos materiales tienen la capacidad de atrapar carbono cuando el aire circula a través de ellos. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con las aminas, que son moléculas que contienen nitrógeno y que actúan como gancho para obtener el ansiado gas.

Andreas Wallmüller manipulando los mecanismos internos de la planta

Andreas Wallmüller manipulando los mecanismos internos de la planta

Por tanto, estas moléculas se emplean en forma de un granulado muy fino, que se adhiere a un soporte sólido. Cuando el aire pasa por ese soporte, las moléculas de dióxido de carbono quedan atrapadas casi por completo. Habitualmente, el inconveniente de este tipo de materiales está en que cuando se satura, para liberarlo y reutilizarlo es necesario calentarlo. Es aquí donde se consume una gran cantidad de energía.

La innovación introducida en la planta APU1 está, precisamente, en esa fase. Los investigadores se las han ingeniado para no tener que calentar todo el módulo, compuesto de filtros, tuberías y contenedores, en cada ciclo. Lo que hacen es separar físicamente las dos zonas del proceso. Esto implica que el sistema evita calentar elementos que no lo necesitan y reduce drásticamente las pérdidas energéticas. Además, el diseño permite que el calor se aproveche al máximo antes de disiparse.

Es ese detalle el que añade una capa de eficiencia extra, que explica gran parte de la reducción de consumo. Sin embargo, esto no es todo. Según la información publicada en la página web de la Universidad Técnica de Viena, esta planta piloto puede mejorar aún más la eficiencia si se alimenta con calor residual procedente de otras instalaciones, siempre que esté por debajo de los 100 ºC. Ese es un tipo de energía de baja calidad que, en la mayoría de ocasiones, se desperdicia, pero que aquí encaja como anillo al dedo.

Esta planta, además, opta por un enfoque modular, en lugar de construir gigantescas instalaciones. Su propuesta es desplegar unidades pequeñas y escalables, con lo que una empresa de pequeño tamaño podría colocar un solo módulo, mientras que una gran compañía podría usar decenas de ellos o, incluso, cientos. La APU1 no resuelve por sí sola el desafío climático, pero ofrece una alternativa para aliviar a la atmósfera del indeseado dióxido de carbono.

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