El futuro de los relojes es este modelo compacto y que funciona con energía nuclear

Los relojes nucleares será el futuro para poder medir el tiempo con la máxima perfección. Es un hito asombroso que han conseguido un grupo de científicos.

El futuro de los relojes es este modelo compacto y que funciona con energía nuclear
El reloj nuclear que puede medir el tiempo de forma perfecta (Richard Elwell and Christian Schneider/UCLA)
Publicado en Ciencia

La posibilidad de contar con sistemas de navegación totalmente independientes del GPS, redes eléctricas de una estabilidad a prueba de fallos o una nueva generación de vehículos autónomos más seguros está hoy un paso más cerca. Un equipo de investigadores en Estados Unidos ha abierto la puerta a una nueva era tecnológica al resolver uno de los mayores rompecabezas de la física moderna: la fabricación eficiente de un reloj nuclear. La independencia de los sistemas de posicionamiento global es crucial, especialmente ante la creciente militarización del espacio y el desarrollo de nuevas armas para una guerra invisible.

Asimismo, detrás de estas prometedoras aplicaciones se encuentra el reloj de torio, un dispositivo teórico capaz de alcanzar la máxima precisión imaginable en la medición del tiempo. Su potencial es de tal envergadura que podría transformar desde las infraestructuras críticas, como las torres de telefonía, hasta la exploración del espacio profundo, donde la exactitud es una cuestión de supervivencia. El obstáculo, hasta ahora, parecía insalvable por su enorme complejidad y coste. Esta revolución en la medida del tiempo comparte el campo de la física nuclear con otras prometedoras investigaciones, como las que buscan desatar el poder del Sol en la Tierra mediante la energía de fusión.

Sin embargo, el avance logrado por un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha cambiado las reglas del juego. Han desarrollado una técnica que no solo simplifica la construcción, sino que además reduce en mil veces la cantidad necesaria de torio-229, un isótopo del que apenas existen 40 gramos en todo el planeta. La clave, tal y como publica el medio Interesting Engineering, es un sistema basado en la galvanoplastia que da como resultado una robusta pieza de acero, abandonando los frágiles cristales del pasado.

Del frágil cristal al acero: la clave de un método mil veces más eficiente

De hecho, el método tradicional era un auténtico cuello de botella. Exigía una delicadísima y lenta ingeniería de cristales que consumía una cantidad desorbitada de un isótopo extremadamente raro. Este proceso no solo era increíblemente caro, sino que además el material resultante era tan frágil que limitaba cualquier aplicación práctica fuera de un laboratorio perfectamente controlado.

Por otro lado, la nueva perspectiva parte de una idea mucho más directa. Los científicos se percataron de que no era necesario utilizar un material transparente, ya que para que el reloj funcione basta con excitar los núcleos de torio que se encuentran en la superficie. Una vez estimulados, estos núcleos emiten electrones, y la detección de la corriente eléctrica que generan es suficiente para medir el paso del tiempo con una precisión sin precedentes. Este nivel de precisión abre la puerta a poner a prueba los límites de la física, de forma similar a como observaciones astronómicas han permitido confirmar una de las grandes predicciones de Stephen Hawking sobre el universo.

En definitiva, este estudio, validado por su publicación en la prestigiosa revista científica Nature, representa un avance fundamental en la física. Supone la superación de una barrera que durante años había relegado al reloj nuclear al terreno de la ciencia ficción, allanando el camino para su eventual desarrollo y fabricación a una escala mucho más amplia y práctica.

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