¿Encaja tu cara con tu nombre? La ciencia tiene la respuesta: todo sobre el efecto Dorian Gray
Estudios demuestran que asociar nombres a personas por su rostro no es algo puramente casual.

Posiblemente, si has tenido un hijo o planteas tenerlo, no le llamarás de igual modo que otros familiares o, por supuesto, personas de las que no guardas un buen recuerdo, ¿verdad? Aun así, es posible te guíes por gustos determinados tras deliberación con tu pareja. Ahora bien, ¿sabías que en la ciencia está el efecto Dorian Gray? Se trata de una teoría que permite demostrar cómo hay un cierto parecido existente entre el nombre de una persona y su apariencia. Así lo han suscitado varios estudios realizados en todo el mundo.
¿Puede una persona tener un nombre asociado a su físico? Esto es justo lo que nos plantean estudios que han venido realizándose desde el año 2017 en adelante. Estos, además, han incorporado tecnología informática para la elaboración de determinados perfiles. Nos encontramos, por tanto, ante una elección que, podría ser así, no se deba a una casualidad. Se desconoce por qué puede haber cierta coincidencia en la determinación del nombre, pero se ha comprobado cómo la tasa de acierto es superior siempre a su probabilidad posible.
Veamos, por tanto, qué estudios apoyan esta increíble teoría, por qué se trata de una propuesta diferencial en lo que se refiere a la ciencia y, por supuesto, hasta qué punto es posible encontrar un cierto parecido que se pueda relacionar con un nombre en particular. He aquí las claves que permiten entender una vía de investigación que parece escapar al raciocinio.
Quizás hay una relación entre tu nombre y tu apariencia física
Puede que haya algunos nombres que asimilamos a personas en particular, ¿verdad? Podría no tratarse de una especie de casualidad. De acuerdo con estudios llevados a cabo a partir de 2017, el rostro de una persona podría estar ligado, en cierto sentido, al nombre de una persona. En países como Israel o Francia se han llevado a cabo importantes estudios que han demostrado cómo la tasa de acierto era superior a la de cada probabilidad asociada a cada nombre.
En ambos casos, se debían asociar hasta un total de 5 nombres comunes en cada área determinada con un rostro determinado. La probabilidad, en cada caso, era del 20%. En los estudios de ambos casos se logró obtener tasas de acierto por encima del 28%, lo cual permitía establecer que había cierto sesgo a favor de una de las 5 alternativas. Esto, posteriormente, se ha podido comprobar tras el análisis que ha tenido lugar gracias al uso de programas de inteligencia artificial.
Este importante avance permitía disfrutar de una gran base de datos creada a partir de los datos recopilados, lo cual ha permitido constatar cómo hay una cierta relación entre nuestro nombre y el rostro. De hecho, los programas informáticos utilizados disfrutaban de hasta 36.000 rostros femeninos con un total de 15 nombres femeninos distintos y más de 58.000 rostros masculinos con hasta 13 nombres masculinos.
¿Hay una relación intrínseca entre los nombres y el aspecto físico? Otro estudio sugería que la propia pronunciación del nombre sesga a la persona con su corpulencia. El ejemplo más claro nos lo muestra Tim y Bob. Si tuvieses que predecir quién se llama Tim, posiblemente creerías que se trata de alguien corpulento, mientras que Bob disfrutaría de un cuerpo con más grasa. No obstante, este tipo de apreciaciones están ligada exclusivamente con el lenguaje, por lo que no hay evidencias a este respecto.