Las estatuas gigantes de la isla de Pascua podían andar: así lo hicieron hace cientos de años

Un reciente estudio demuestra cómo los habitantes de Rapa Nui pudieron mover las estatuas más enigmáticas del Pacífico Sur

Las estatuas gigantes de la isla de Pascua podían andar: así lo hicieron hace cientos de años
Excepcional imagen de dos moáis de la isla de Pascua
Publicado en Ciencia

Durante siglos, los moáis de la isla de Pascua han sido un misterio cargado de leyendas, teorías de la conspiración y fascinación a partes iguales. Muchos científicos se han preguntado cómo fue posible que los habitantes de Rapa Nui, con recursos limitados y sin animales de carga, transportaran esculturas de hasta 10 metros de altura y decenas de toneladas de peso. La respuesta parece haber sido descrita en un reciente artículo publicado en la revista científica Journal of Archaeological Science y resulta absolutamente sorprendente.

La física confirma el secreto de la isla de Pascua

Un equipo de científicos liderado por Carl Lipo, profesor de Antropología en la Universidad de Binghamton, y Terry Hunt, perteneciente a la Universidad de Arizona, ha demostrado recientemente que los gigantes de piedra no se arrastraban tumbados sobre maderas, como se pensó durante décadas. En realidad, estas moles de piedra se balanceaban de pie, podrías imaginar que iban andando, con un movimiento controlado con cuerdas y la fuerza aplicada por un pequeño grupo de personas.

Pero, ¿cómo fue esto posible? Parece, según la información publicada en la página web de la Universidad de Binghamton, que la clave estaba en parte de su diseño. Los investigadores analizaron cerca de mil estatuas y descubrieron que muchas comparten bases anchas en forma de D y una ligera inclinación hacia delante. Estos rasgos, lejos de ser una mera casualidad, parecen haber sido creados para facilitar un movimiento basculante.

De hecho, un experimento confirmó las sospechas. Los investigadores construyeron una réplica de 4,35 toneladas con esas características y lograron desplazarla 100 metros en apenas 40 minutos con la ayuda de solo 18 personas. Carl Lipo, en unas recientes declaraciones, asegura que:

Una vez que lo pones en movimiento, no es nada difícil: la gente tira con un solo brazo. Ahorra energía y se mueve muy rápido. Lo difícil es, en primer lugar, ponerlo en marcha. La pregunta es: si es realmente grande, ¿qué se necesitaría? ¿Son los resultados que observamos experimentalmente consistentes con lo que esperaríamos desde una perspectiva física?

Y es la propia isla la que nos ha ofrecido más pistas. Los caminos que siguen los rituales y ceremonias ancestrales, de unos 4,5 metros de ancho y con una sección cóncava, parecen diseñados a propósito para guiar y estabilizar a los moáis en su avance. Además, en muchos tramos se unen y bifurcan, como si hubiesen sido construidos, poco a poco, mientras se trasladaban las estatuas. Carl Lipo asegura que “cada vez que mueven una estatua, parece que están haciendo un camino".

Imagen de un moái que fue abandonado después de intentar moverlo

Imagen de un moái que fue abandonado después de intentar moverlo

El hallazgo no solo aporta una explicación técnica acerca del traslado de estos gigantes de piedra, sino que desmonta las teorías más excéntricas que durante siglos rodearon a Rapa Nui: desde visitas extraterrestres hasta civilizaciones perdidas. Para el experto de la Universidad de Binghamton, la lección es encontrarse con unos habitantes "increíblemente inteligentes".

Por lo tanto, este estudio, aunque no cierra el debate, ofrece la hipótesis más coherente que la ciencia ha conocido hasta la fecha. Además, por si esto fuese poco, devuelve el mérito de un paisaje salpicado de gigantes de piedra a quienes lo merecen: los habitantes de Rapa Nui, que utilizaron su creatividad y tenacidad para hacer que sus esculturas caminasen.

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