Los convierten en zombis y les cambian de color: así afecta este gusano parásito a los camarones de río
Este es un nuevo ejemplo de cómo la naturaleza puede ser aterradora en algunas ocasiones.

No es la primera vez que hablamos de animales afectados por parásitos, ya te hemos hablado de los insectos infectados por hongos que controlan su organismo, pero estamos convencidos de que nunca habías visto a esta especie de gamba, que cambia de color de manera involuntaria. No estamos ante insectos que parecen salidos de pesadillas, pero sí hablamos de gusanos con muy malas intenciones.
Un parásito capaz de alterar el color del crustáceo al que ataca
Un estudio que ha sido publicado en la revista científica Molecular Ecology pone sobre la mesa cómo un gusano parásito es capaz de cambiar no sólo el comportamiento de su huésped, en este caso un camarón de río, sino también el color que este muestra.
La investigación se ha centrado en unos pequeños crustáceos denominados anfípodos, que cuentan con un color marrón que les permite mimetizarse con su entorno, aunque tienen un enemigo que echa por tierra este sistema de defensa. Su nombre es trematodo y está sembrando el caos entre estos minúsculos animales marinos.
This study, which started as a student project from the MBL Ecosystems Center and Brown University, reveals genetic and other biological mechanisms that allow a parasitic worm to manipulate its host. https://t.co/bva7fzrK0c
— Marine Biological Laboratory (MBL) (@MBLScience) September 1, 2023
Dado que el color es una de las armas que los anfípodos tienen para evitar a sus depredadores, un aspecto más llamativo es uno de los clavos definitivos en su ataud. Eso sí, quizás el cambio de comportamiento es algo más llamativo, dado que una vez que se encuentran infectados deciden no huir para acabar siendo pasto de los animales que se alimentan con sus cuerpos.
Un equipo de biólogos de la Universidad de Brown ha seguido a estos anfípodos durante una década para poder ir desgranando los mecanismos moleculares que hacen que los trematodos sean capaces de someter a su voluntad a sus involuntarias víctimas, algo que no sucede en caso de infectar a un ser humano.
El equipo de científicos ha descubierto, según la información publicada en la web de la Universidad de Brown, que la infección provocada por estos gusanos activa los genes encargados de pigmentar la piel y de detectar la estimulación externa. David Rand, autor principal del estudio, afirma que:
Los anfípodos infectados se convierten en presas fáciles para los depredadores. Esto permite que los parásitos se propaguen a nuevos, más grandes y más robustos huéspedes y que continúen reproduciéndose y propagándo su especie.
Este estudio, que comenzó siendo un proyecto colaborativo de varios estudiantes de la universidad en torno al ADN y el ARN, ha acabado por destapar la conexión entre áreas de la ciencia que hace décadas no podría haber sido hallada. La combinación de investigación molecular, el avance de la informática y el mayor conocimiento del mundo animal nos ofrecen nuevas perspectivas para conocer los mecanismos internos de ciertos parásitos. Y ha sido una pequeña gamba la que ha sufrido sus consecuencias.