Los juegos de mesa también son cosa de la arqueología y este fue incrustado en el suelo hace 1.500 años por los mayas

Este hallazgo demuestra que jugar también era una actividad integrada en la arquitectura y la vida social de la civilización mesoamericana

Los juegos de mesa también son cosa de la arqueología y este fue incrustado en el suelo hace 1.500 años por los mayas
Excavaciones en Naachtun revelaron un tablero de patolli hecho de fragmentos de cerámica
Publicado en Ciencia

No es el Monopoly, el Parchís o el Juego de la Oca, pero sí un entretenimiento de mucho valor. Sabemos que mucho antes de que existieran los juegos de mesa modernos, las grandes culturas prehispánicas ya competían con tableros donde la suerte y la estrategia podían costar cosechas, bienes o prestigio. Uno de esos juegos era el patolli y ahora un descubrimiento excepcional permite asomarse a su importancia entre los mayas.

El tablero de juego maya de hace 1.500 años

Recientemente, gracias a un artículo publicado en la revista científica Latin American Antiquity, sabemos que durante una excavación en la antigua ciudad maya de Naachtun, en el norte de la actual Guatemala, un equipo de arqueólogos han encontrado un tablero de patolli, construido directamente en el suelo de un edificio.

El juego no está pintado ni grabado a posteriori, sino que está integrado en la arquitectura desde el primer momento, como parte del diseño original de la edificación. El tablero está formado por cientos de pequeñas piezas cerámicas de tonos rojizos y anaranjados, colocadas como un mosaico dentro del pavimento. Y esta no es una elección nada casual. A diferencia de otros tableros, que suelen aparecer grabados en bancos o paredes y cuya datación es imprecisa, este fue concebido junto al propio edificio, lo que permite datarlo con mucha más precisión.

Los investigadores sitúan su origen en el periodo Clásico Temprano, alrededor del siglo V de nuestra era. El estudio describe un tablero de grandes dimensiones, unos 80 por 110 centímetros, claramente mayor que la mayoría de los ejemplos conocidos, que suelen medir entre 40 y 70 centímetros por lado. En total, habría requerido unas 478 piezas cerámicas.

Además, se sabe que el edificio donde apareció el mosaico se encuentra en una amplia zona residencial y, por su estilo y materiales, pudo pertenecer a una familia de la élite local o funcionar como pequeño centro administrativo. Esto refuerza la idea de que el patolli no era solo un pasatiempo, sino una actividad con peso social, político e incluso simbólico.

El patolli fue jugado durante siglos por distintos pueblos mesoamericanos, incluidos mayas, toltecas y aztecas. Las fuentes históricas lo mencionan como un juego ligado a apuestas y rituales. Su presencia en palacios y templos sugiere que también tenía una dimensión ceremonial. Por tanto, parece que los juegos de mesa estaban integrados por los mayas en su vida diaria. Y no parece que fuese un entretenimiento como otro cualquiera, sino una actividad tan importante como para quedar fijado en piedra y cerámica. Ahora, 1.500 años después, nos vuelve a contar su historia.

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