Mi experiencia dentro de una cámara anecoica: la habitación más silenciosa del mundo que puede volverte loco

Mi experiencia dentro de una cámara anecoica: la habitación más silenciosa del mundo que puede volverte loco
Tras unos minutos solo en una de estas cámaras, empiezas a escuchar todos los sonidos de tu propio cuerpo.
Publicado en Ciencia

Siempre me ha apasionado el mundo del sonido, y hace unos años tuve la oportunidad de experimentar cómo se siente estar en una cámara anecoica, la habitación más silenciosa del mundo. Estas estancias fueron diseñadas para estudiar las propiedades del sonido, y toda su estructura está pensada para direccionar las ondas de sonido de manera que no generen ningún rebote. Se consigue aislando la habitación del exterior por completo, y cubrir todas sus superficies con diferentes tamaños de cuñas irregulares, encargadas de difuminar la reflexión del sonido hasta eliminarla. Cuando no hay reflexiones, se da el silencio absoluto.

Estas cámaras fueron diseñadas para estudiar las propiedades del sonido, ya que no hay un entorno más puro donde medirlo. Las cámaras anecoicas simulan el efecto de campo libre, que se refiere a un espacio donde el sonido viaja en línea recta sin toparse con ningún material o objeto que lo reflecte. Como eso no existe en la naturaleza, hemos inventado las cámaras anecoicas para recrearlo.

Las grandes compañías tecnológicas utilizan estos espacios para medir con total exactitud el nivel real de decibelios que emiten sus productos. Con los datos extraídos pueden saber si el producto será demasiado ruidoso cuando se localice en un entorno sonoro natural, y podrán tomar medidas para solventarlo. Cuando un reproductor o un altavoz hace ruido, es muy fácil detectarlo cuando no hay reflexiones. Los mejores micrófonos son sometidos a pruebas en este entorno para medir bien su capacidad de captación.

En las cámaras anecoicas se crea un ambiente que parece de otro planeta

Se dice que ningún ser humano puede aguantar más de una hora dentro de una de estas cámaras, ya que la sensación de agobio provocada por el silencio sería demasiado como para soportarlo tanto tiempo. Yo he tenido la suerte de visitar una, y os cuento a continuación mi experiencia.

La cámara que yo visité fue la que está ubicada en la Facultad de Telecomunicaciones de la Universidad de Vigo, cuando estaba estudiando sonido hace ya unos años. En la visita nos permitieron quedarnos un rato a solas dentro de la cámara, y no voy a negar que la sensación no es agradable. Al paso de unos minutos empiezas a escuchar los sonidos que emite tu propio cuerpo, como el latido del corazón o el sonido de la saliva en la boca. Es una sensación muy extraña, que en mi caso no llegó a ser agobiante pero sí muy incómoda.

Después hicimos algunas pruebas con el sonido de algunos instrumentos musicales, y en ese momento te das cuenta de lo importante que son las reverberaciones. Cuando no hay reflexiones que las camuflen, todas las imperfecciones se perciben con total claridad. En un acorde guitarra puedes escuchar la vibración e intensidad de cada cuerda, y el sonido que hacen los dedos del artista moviéndose por los trastes.

En españa hay varias cámaras anecoicas, y habitualmente están ubicadas en centros de investigaciones o universidades. Si alguna vez tienes la oportunidad de visitar alguna, te recomiendo encarecidamente que lo hagas.

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