Nuevos estudios desvelan un gran secreto de los pulpos: así es como funcionan realmente sus tentáculos
La capacidad táctil de estos animales es realmente sorprendente.

En océanos y mares, los pulpos se desenvuelven de una manera grácil e incomparable con otros seres acuáticos, algunos de ellos listados entre las especies marinas en peligro de extinción. Más de una vez te hemos hablado de las particularidades de estos cefalópodos, que no sólo han conseguido conmover al mundo en documentales como el que se puede encontrar en Netflix bajo el nombre de 'Lo que el pulpo me enseñó', sino que despiertan el interés de biólogos marinos, que han conseguido desvelar uno de sus grandes secretos.
Pulpos, extremidades y una capacidad táctil fuera de lo común
Existen ancestros en común entre especies marinas como son los calamares y los pulpos, pero la evolución durante los últimos 300 millones de años ha llevado a que el animal de ocho tentáculos consiga entender su entorno simplemente con el tacto. No forman parte de las especies extintas por culpa del ser humano, y es que su capacidad de adaptación al medio marino es sorprendente.
En un primer estudio, publicado en la revista Nature, los investigadores han descubierto como los receptores de los tentáculos han ido evolucionando para acabar siendo capaces de sentir 'moléculas insolubles y pegajosas' anexas a cualquier superficie. Por cierto, ¿no es increíble comprobar cómo utilizan sus extremidades de maneras poco conocidas?
Octopus uses two tentacles to take a walk. pic.twitter.com/Q0Y1lVlBSb
— ⚡️THOR⚡️ the Deplorable 🇺🇸 (@ThorDeplorable) July 16, 2021
Debido a esta particular manera de sentir el entorno, los pulpos son capaces de detectar elementos químicos a su alrededor, lo que les permite diferenciar si están tocando el fondo marino, los huevos puestos por las hembras o la piel de un pez. Nicholas Bellono, uno de los participantes en la investigación y profesor asociado del Departamento de Biología Celular y Molecular de Harvard, afirma que:
Utilizan sus extremidades para 'probar con el tacto' y realizar una exploración dependiente del contacto de las grietas del fondo marino.
Además, una segunda investigación, publicada en la misma revista Nature, explica cómo los receptores químicos se han desarrollado en los cefalópodos, adaptándose para ser capaces de identificar moléculas amargas. Cuando un pulpo siente que entra en contacto con este tipo de células, inmediatamente las identifica como procedentes de una fuente tóxica y libera sus extremidades.
Las diferencias evolutivas entre especies de cefalópodos, como serían los pulpos y los calamares, nos muestran cómo los primeros tendrían más receptores, en una adaptación, como te contábamos, que ha tenido lugar a lo largo de millones de años.