Por mucho que te haga tiritar, la verdad es que el frío no existe. Esta es la explicación científica del fenómeno
Esta es la ocasión perfecta para guardar el artículo y demostrar tu sabiduría frente al "cuñado" de turno. De nada

No tenemos ninguna duda de que has escuchado en más de una ocasión eso de que no hace frío, sino que hay ausencia de calor. Pues mira, resulta que quien te dijo esa frase, quizás con todo el desconocimiento del mundo, tenía bastante razón. Ahora, para aclararte qué es lo que realmente entendemos por frío y cómo es posible que el este concepto no exista en términos físicos, te invitamos a que nos permitas explicarte qué es este lío en el que nos hemos metido.
¿Frío? ¿Quién dijo frío?
Empezamos por el concepto de temperatura. Esta es la magnitud que mide cuanta energía tienen las partículas de un objeto. Cuanto más energía tengan esas partículas, mayor será su temperatura. Evidentemente, a menor energía, menor será su temperatura. En este sentido, podemos decir que un cuerpo cargado de partículas de mucha energía está caliente. Sin embargo, cuando esa carga es muy pequeña, no deberíamos decir que está frío, sino que presenta una gran ausencia de calor. ¿Ves? Si es que al final, el chiste tenía parte de razón.
Piensa, por ejemplo, en la oscuridad. En ese caso, volvemos a repetir la fórmula. Una habitación no está en plena oscuridad con las puertas y ventanas cerradas, sino que presenta ausencia de luz. Volviendo al caso de la temperatura, existen muchas maneras de demostrar que el frío no existe, sino que es el calor el que marca las temperaturas. Por ejemplo, no existe ningún valor que determine el techo del calor. Sabemos que algunas estrellas se aproximan a los 50000º C, por ejemplo.
Eso sí, cuando tenemos que hablar del frío, que repetimos que no existe en términos de física, sí podemos establecer un valor absoluto inferior. Es por ello que tenemos el concepto de cero absoluto o, lo que es lo mismo, la temperatura más baja posible y que se sitúa en los -273,15º C. A todos los objetos se les puede añadir calor, o una mayor energía a sus partículas. No sucede lo mismo con el frío.
No se puede añadir frío a un objeto. Lo que se hace es quitarle calor. ¿Y cómo se consigue? Aquí es donde entra la transferencia de energía y uno de sus principios fundamentales: la energía viaja del calor al frío. Imagínate que tienes una taza de café muy caliente. Cuando la agarras con las dos manos, lo que sucede no es que el frío de tus manos se transfiera a la taza, sino justo lo contrario. El calor de la taza se transfiere a las manos. Es por eso que se calientan y por lo que las partículas de la taza pierden energía, es decir, parece que esta se enfría.
Otro ejemplo. Estás en tu casa preparándote para salir a la calle. Fuera está nevando y hay una temperatura de -1ºC. ¿Qué crees que sucede? Tal y como te hemos comentado anteriormente, no es que el frío del exterior se transfiera a tu cuerpo y ropa, sino que estos elementos son los que transfieren su calor al aire y las superficies que tocas, con lo que las partículas pierden energía y, por tanto, tienes la sensación de tener frío. Ya puedes ofrecer una lección más a tu entorno, incluso a ese cuñado que cree saberlo todo.