Ya sabemos cuándo empezaron a aparecer las razas de perro: fue hace miles de años y por culpa del ser humano

Una reciente investigación demuestra que nuestros más fieles amigos ya tenían distintas formas y tamaños miles de años antes de la cría moderna

Ya sabemos cuándo empezaron a aparecer las razas de perro: fue hace miles de años y por culpa del ser humano
Nuestros más fieles amigos los perros llevan milenios acompañando al ser humano
Publicado en Ciencia

La historia de los perros parece haber cambiado, ya que la explosión de diferentes razas en la época victoriana podría no ser tal y como nos la habían contado. Siempre se había creído que las organizaciones encargadas de la cría de perros fueron las que iniciaron la diversidad de razas que conocemos en la actualidad. Sin embargo, ahora hemos conocido un estudio que desmonta ese relato. La variedad de razas que conviven con nosotros podría haber empezado mucho antes.

La diversidad canina que comenzó hace 11.000 años

Una reciente investigación, publicada en la revista científica Science y liderada por la Universidad de Exeter y el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia, ha reunido 643 cráneos de cánidos modernos y antiguos, desde lobos del Pleistoceno hasta perros actuales, siguiendo un arco temporal de 50.000 años. Gracias a modelos 3D y análisis geométricos, el equipo de investigadores ha podido rastrear cuándo los primeros perros comenzaron a separarse de sus antepasados y a desplegar los diferentes tamaños y aspectos que hoy consideramos habitual entre su especie.

Las conclusiones son evidentes: durante el Mesolítico y el Neolítico, los perros ya mostraban una diversidad sorprendente. Sus cráneos ya mostraban formas y tamaños distintos y parece que esto era debido a que cumplían tareas muy variadas en aquellas sociedades prehistóricas, como cazar, pastorear, vigilar o acompañar. Sin embargo, no hablamos de un proceso simple ni uniforme, ya que la domesticación estuvo marcada por cómo los humanos usaban y vivían con estos animales cada día.

Si queremos toparnos con la primera evidencia de un perro doméstico, tendríamos que viajar hasta la Rusia mesolítica y más concretamente al yacimiento arqueológico mesolítico de Verety, que tiene una antigüedad cercana a los 11.000 años. Después llegan ejemplos en América, hace unos 8.500 años, y en Asia, unos 7.500 años atrás. Y parece que es entonces cuando la variedad de razas explota. Entre los 9.700 y los 8.700 años se detecta una primera reducción clara de tamaño respecto al lobo, mientras que hacia los 7.700 años la variedad de tamaños empieza a aumentar y a partir de 8.200 años atrás en el tiempo las diferencias de forma son más evidentes.

Evidentemente, no estamos hablando de razas modernas, pero sí que en el Neolítico ya había el doble de variedad de cánidos que en el Pleistoceno y la mitad de la diversidad que existe ahora. Quizás el dato no te parece excesivo, pero ten en cuenta que era una especie que acababa de separarse del lobo, con lo que el cambio fue gigantesco. Además, el estudio descarta algunas hipótesis antiguas, según la información publicada en la página web de la Universidad de Exeter. Dado que ninguno de los cráneos del final del Pleistoceno presenta rasgos propios de animales domesticados, continúa siendo muy complicado establecer un registro arqueológico del momento en que el lobo transicionó hacia una vida con el ser humano.

Parece que queda claro que, en cuanto comenzaron a convivir con nuestra especie, esos antiguos lobos se adaptaron de manera muy rápida, mutando su anatomía para adaptarse a nuevos climas, tareas y modos de vida. La diversidad canina, por tanto, ya no parece una extravagancia victoriana, sino el fiel reflejo de nuestra propia historia. Desde luego, a los perros no se les apoda como el mejor amigo del hombre por casualidad, sino por haber sido nuestros compañeros desde hace milenios. Y, aunque no sepan explicarlo, llevan ese vínculo muy arraigado en su interior.

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