Enviar misiles balísticos al enemigo no necesita de GPS ni de inteligencia artificial. Estos científicos lo hicieron usando una simple paloma
Las palomas tienen invadidas casi todas las ciudades del mundo, por no decir todas, pero a lo largo del siglo XX brindaron un gran servicio a los ejércitos de todo el mundo en dos guerras mundiales

Hoy en las ciudades de todo el mundo las palomas comunes (Columba livia) son consideradas poco menos que “ratas voladoras”. Amplias bandadas y ejemplares recorren todos los lugares de las grandes poblaciones. A pesar de ser poco apreciadas por las personas, las palomas han jugado un gran papel en la historia, inclusive en la Historia Militar. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvieron a punto de conducir misiles balísticos.
Aunque dicen que son transportadoras de enfermedades, en realidad la paloma es un animal inteligente que incluso tiene un hueco en la gastronomía de algunos países. El conocido falafel de paloma hecho en regiones como Marruecos es toda una exquisitez de la alta cocina. Ahora bien, en lo que se refiere a sus usos, el más corriente ha sido el del transporte de mensajes, también el de espionaje. Por eso una paloma estuvo siendo investigada por la policía durante 8 meses nada menos.
Las palomas se convirtieron en pilotos kamikaze dentro de los misiles
El caso más curioso dentro de los usos y costumbres de las palomas fue protagonizado por el famoso psicólogo B. F. Skinner, que durante los años de la conflagración mundial estaba asociado a la universidad de Harvard. Este hombre de letras y estudioso de la mente fue el padre de lo que se llamó “el conductismo operante”, el cual se basa en un análisis sobre los comportamientos humanos a partir de los estímulos y respuestas frente al ambiente físico, biológico e incluso social.
Gracias a sus análisis sobre el conductismo, Skinner probó sus teorías con ratas y palomas con buenos resultados. Estos animales respondían a estímulos visuales con facilidad y tras una larga reflexión pensó en que podrían tener utilidad para el ejército estadounidense. Fue así como envió un proyecto a las fuerzas armadas en las que se detallaba como una simple paloma podía dirigir un misil hacia objetivos tales como ciudades u otros puntos señalados.
La idea de esto era sencilla, el animal era adiestrado mediante un tiempo para acostumbrarse a picotear comida delante de imágenes que bien podrían ser de ciudades o bases aéreas. El animal, al ver comida delante de esas imágenes picoteaba para alimentarse. Dentro de un misil, este picoteo en realidad lo que haría sería dirigir el misil hacia el objetivo señalado. Pues la paloma después de un tiempo picoteaba la pantalla con la esperanza de conseguir la comida.
El resultado era que el misil alcanzaba el objetivo de forma más precisa que disparado a ojo con cálculos previos sin tener en cuenta pues las condiciones atmosféricas o el tiempo real y funcionamiento de los circuitos. Por supuesto, la paloma en el interior de este moría con la explosión.
Aunque las pruebas dieron buenos resultados, Skinner no contó con la aprobación del ejército. Aunque es verdad que el U.S. Army ya había tanteado sistemas extravagantes como la bomba de murciélagos, la verdad es que dirigir misiles con palomas ya le pareció excesivo. El proyecto no salió adelante, aunque años después Skinner recibió un pequeño premio por sus esfuerzos y contribuciones.