Las manos biónicas ya son algo real de nuestro presente: ahora tienen mejoras mediante IA
Ingenieros de la Universidad de Utah combinan sensores avanzados e inteligencia artificial para devolver gestos cotidianos a personas que carecen de manos
Agarrar una taza, un lápiz o la mano de otra persona es un gesto que realizamos de manera automática. Simplemente ocurre. Sin embargo, quienes usan una prótesis de mano, esa naturalidad desaparece por completo. Incluso aquellos modelos más avanzados obligan a pensar cada movimiento, lo que convierte acciones sencillas en tareas agotadoras. Ahora, desde la institución estadounidense, se ha dado un paso clave para cambiar esa situación.
Una mano biónica que aprende a agarrar sola
Nos desplazamos hasta la Universidad de Utah para conocer el estudio publicado en la revista científica Nature Communications. En él podemos explorar la mano biónica que es capaz de ajustar por sí sola la forma de agarrar un objeto, combinando sensores de proximidad y presión con inteligencia artificial. Como resultado se reduce la carga mental del individuo y se mejora la precisión.
En el comunicado publicado en la página web de la Universidad de Utah se destaca el problema de fondo de las prótesis robóticas. La gran mayoría carecen del sentido del tacto, con lo que se debe vigilar constantemente la fuerza con la que se cierra la mano. No hablamos solo de incomodidad, sino de que casi la mitad de las personas que reciben una prótesis avanzada acaba abandonándola, sobre todo por lo poco intuitivo de su control.
Para intentar solucionar esta limitación, los científicos modificaron una prótesis fabricada por la empresa TASKA Prosthetics y añadieron yemas personalizadas capaces de detectar presión y proximidad mediante sensores ópticos. Hablamos de una precisión tal que se puede percibir la caída de una bola de algodón.
El segundo paso fue entrenar una red neuronal artificial y hacer que el sistema aprenda qué distancia y qué posición necesita cada dedo para agarrar de manera estable. Con el tiempo suficiente, cada dedo se ajusta de manera automática al objeto, con lo que la mano biónica anticipa el contacto, de manera similar a como lo hace una mano humana. Sin embargo, aún quedaba una cuestión clave por resolver: el control.
¿Qué sucede si la persona quiere soltar el objeto o cambiar el tipo de agarre? La solución fue un modelo que reparte el control entre el usuario y la IA. La persona decide la intención y la máquina se encarga de afinar el gesto. Marshall Trout, investigador posdoctoral en ingeniería en la Universidad de Utah, asegura:
Lo que no queremos es que el usuario luche contra la máquina por el control. En cambio, en este caso, la máquina mejoró la precisión del usuario y, al mismo tiempo, facilitó las tareas.

Marshall Trout, a la derecha, junto con uno de los sujetos que participaron en la investigación que utiliza la IA para prótesis avanzadas
Se sabe que las pruebas se realizaron con cuatro participantes con amputación entre el codo y la muñeca y que, sin apenas entrenamiento, estos sujetos pudieron realizar tareas cotidianas como recoger objetos pequeños o beber de un vaso de plástico. Con la ayuda de la inteligencia artificial, estas acciones volvieron a ser simples. Jacob A. George, director del Utah NeuroRobotics Lab, aseguraba que "al agregar algo de inteligencia artificial, pudimos delegar este aspecto del agarre a la prótesis en sí".
Por muy excepcional que parezca esta investigación, el objetivo a largo plazo va aún más lejos. El equipo de investigadores de la Universidad de Utah ya está trabajando en interfaces neuronales implantables que permitan controlar estas manos con el pensamiento, como ya se hace en empresas como Neuralink, o que den la opción de recuperar sensaciones táctiles. La meta es que la tecnología desaparezca y solo quede el gesto natural, como si la mano aún estuviese presente.