La gran incógnita de los aranceles de Donald Trump: miles de millones en reembolsos pendientes
Las compañías tecnológicas guardan todas sus facturas a la espera de que el Tribunal Supremo estadounidense tumbe las tarifas a la importación y abra la puerta a devoluciones masivas
La industria tecnológica atraviesa un momento extraño en Estados Unidos, ya que está pagando más impuestos por importar procesadores y, al mismo tiempo, guarda cada recibo por si dentro de unos meses ese dinero vuelve a sus cuentas. Desde principios de 2025, las empresas que traen semiconductores y piezas electrónicas a Estados Unidos están afrontando un aumento de costes provocado por las medidas fiscales impulsadas por Donald Trump. En definitiva, muchas compañías están viendo como sus cuentas pierden dinero.
Las empresas tecnológicas sueñan con la devolución de aranceles
La noticia puede generar cierta confusión, ya que esos posibles reembolsos no tienen que ver con impuestos futuros, sino con los que ya se están aplicando a otros productos, bajo las medidas de emergencia impuestas por el actual presidente estadounidense. El Tribunal Supremo está evaluando si ese sistema es legal. Si finalmente determina que no lo es, el Gobierno tendría que devolver a las empresas todo lo que han pagado durante 2025 y hablamos de miles de millones de dólares.
Es por ese motivo por el que asociaciones como la CTA, la mayor asociación de empresas tecnológicas de Estados Unidos, han recomendado a todas las compañías que importan componentes que documenten cada pago hasta el último céntimo. La Casa Blanca, por otro lado, hace meses advirtió que quiere imponer nuevos impuestos al sector de los procesadores, aunque según la información publicada por Reuters, Donald Trump podría retrasarlos.
El motivo es sencillo de entender: poner impuestos altos a semiconductores elevaría el precio final de productos como portátiles, móviles, consolas, electrodomésticos o coches. Y hacerlo justo antes de unas elecciones, con el consumo debilitado, podría ser un plan arriesgado para un presidente con una popularidad muy baja en estos momentos, según explican desde New York Magazine. Además, si se aprieta a compañías chinas, quizás la tregua comercial actual podría saltar en pedazos.
Un comunicado de la Asociación de la Industria de Semiconductores afirma que por cada dólar que sube el precio de un chip importado, el producto final suele encarecerse unos tres. Imagina añadir aranceles a la tecnología estadounidense y debilitar a sus propios fabricantes. Además, cuanto más se paga por importar componentes, más se reduce el dinero disponible para investigación, un área clave en plena era de la IA y los chips avanzados.
En ese escenario aparece el Acta CHIPS, que es la ley creada para atraer fábricas de semiconductores a Estados Unidos. Donald Trump la rechaza por considerarlo un gasto excesivo, ya que prefiere impuestos a ofrecer ayudas, mientras que la industria cree que combinar subvenciones y aranceles moderados es más eficaz que una guerra fiscal.
El Tribunal Supremo está a punto de pronunciarse, mientras que las empresas están con el corazón en un puño. Si los jueces se pusieran de su lado, el año 2026 podría empezar con una excepcional noticia: miles de millones regresando a las cuentas de la industria tras un año complicado. Sin embargo, por ahora todo son dudas. Y de las caras, además.