¿Vale la pena el Samsung Galaxy S25 FE? | Análisis
El Samsung Galaxy S25 FE llega con una misión clara: ser el punto intermedio entre el Galaxy A56 y el S25 Plus, un móvil “económico” dentro de la gama alta de Samsung… aunque de barato tiene poco. Cuesta cerca de 800 €, y solo cobra sentido dentro del ecosistema Galaxy. Si vienes de un Samsung y quieres mantenerte en la familia sin gastar más de mil euros, este puede ser tu sitio. Pero si lo miras fríamente, comparando especificaciones y rendimiento con la competencia, hay opciones mejores en casi todo, y eso deja al S25 FE en una posición complicada, más de marca que de lógica.
A nivel de diseño, Samsung ha jugado sobre seguro. Es reconocible, bien acabado, con cuerpo delgado y ligero, aunque con detalles que rompen la simetría: una barbilla inferior más gruesa, el botón de encendido algo bajo, y la cámara frontal situada de forma poco elegante. Pequeños fallos que manchan un conjunto que, por lo demás, se siente premium en mano. El panel Dynamic AMOLED mantiene la calidad esperable, con buen brillo y color, mejorando ligeramente respecto al S24 FE. No es la mejor pantalla del segmento —Xiaomi o OnePlus van por delante—, pero su comportamiento en exteriores y su fluidez en el día a día son notables. Donde la cosa empieza a torcerse es en el rendimiento: monta un Exynos 2400, el mismo chip del año pasado. Cumple en tareas diarias, sin lag grave ni cierres, pero está un paso por detrás de los Snapdragon o MediaTek Dimensity que llevan móviles más baratos. En uso intensivo aparecen tirones ocasionales, y aunque la optimización de One UI ayuda, no puede obrar milagros.
La batería es otra mejora a medias. Crece respecto al modelo anterior y da para unas cinco o seis horas de pantalla real, suficiente pero lejos de los 5500 o 6000 mAh que ya montan muchos rivales. Samsung compensa con carga inalámbrica y reversible, pero la autonomía sigue siendo “correcta”, no excelente. Si no eres un usuario exigente, te servirá; si lo eres, acabarás cargando antes de lo que te gustaría. Lo bueno es que la experiencia general, el equilibrio entre tamaño, peso y autonomía, está bien medida, y eso se agradece.
Donde el S25 FE muestra más desgaste es en las cámaras. Samsung repite fórmula con el mismo trío de sensores de los últimos años: principal de 50 MP, ultra gran angular de 12 MP y teleobjetivo de 8 MP con 3x óptico. En conjunto, las fotos son decentes, especialmente las de la cámara principal, con un procesado consistente y un color natural muy bien calibrado entre lentes. Sin embargo, el tele y el ultra gran angular se sienten antiguos: ruido, detalle justo y resultados pobres en baja luz. Y aunque la frontal cumple, está lejos de brillar. En vídeo, lo mismo: buena calidad en la principal y en la delantera con 4K 60 fps, pero sin soporte de esa tasa en las otras lentes. Samsung presume de vídeo, pero aquí no está a la altura del precio. Da la sensación de que la marca lleva dos generaciones anclada en el mismo hardware, confiando demasiado en su software para maquillar los límites.
Y aquí llegamos al punto que le da algo de sentido: el ecosistema Samsung. Si usas Galaxy Watch, Galaxy Book, Galaxy Ring o simplemente llevas años con One UI, este móvil se integra de maravilla. Mantiene las funciones de IA generativa, traducción en tiempo real, asistente de escritura, Galaxy Pay, Samsung Knox y todas las ventajas del entorno Galaxy. No hay duda: para un usuario fiel a la marca, el S25 FE encaja perfectamente. Es rápido, familiar y estable. Pero para quien solo busca un móvil potente por 800 €, la competencia le pasa por encima: Realme, Xiaomi, OnePlus o Oppo ofrecen más batería, mejores cámaras y procesadores más potentes por menos dinero.
En conclusión, el Galaxy S25 FE no es un mal teléfono, pero vive de su apellido. Mejora bastante al S24 FE en pantalla, batería, diseño y pulido general, pero llega con una cámara reciclada y un procesador del año pasado. Y eso pesa en un mercado donde otros avanzan a pasos más grandes. Si quieres un móvil Samsung grande, con buena pantalla, teleobjetivo y un ecosistema pulido, te servirá. Pero si no tienes esa fidelidad a la marca, por el mismo precio encontrarás alternativas más equilibradas y con mejor hardware. Es el típico móvil que no decepciona… pero tampoco enamora.