¿Realmente sale tan caro ser gamer?
Nunca en la historia ha sido barato el ser un gamer empedernido de pura casta. Nuestras carteras se lamentan, se encogen y arrugan, ya que no hay billetes en su interior que las sustenten. Pero, ¿lo hacen más hoy que nunca?

¿Eres un gamer empedernido? ¿Te dejas una buena parte de tu sueldo o paga en este fabuloso mundo del videojuego? ¿Sientes que tu cartera llora cuando la abres porque sabe que no la vas a llenar como hacías antes?
Si tu respuesta es un sí a todas estas preguntas, no temas, no desesperes, no estás sólo. Somos muchas y muchos los que te entendemos y compartimos tu dolor.
Tanto lo compartimos que nos ha interesado saber si a día de hoy es más caro ser gamer que antes, y si gastamos más en videojuegos que nunca o hemos reducido tanto estipendio. ¿Se lamentarían más o menos los jugones de antaño?
Cuentas contemporáneas
A día de hoy nos resulta muy fácil comprobar lo que gastamos porque tenemos muy fresquito lo que vale un juego y una consola de nueva generación.
Si atendemos al precio medio de los juegos, éstos rondan los 35/40 euros. Puede ser menos (juegos indie) o más (triple AAA), pero es una media aproximada de lo que nos puede suponer un juego de estreno.
Las consolas tienen, como es de esperar, un precio mucho superior, con la más cara (PS4 Pro) situada en los 350/400 euros, y la más barata (2DS) se sitúa en los 100. El mundo del PC gaming es una realidad muy distinta, ya que los precios oscilan mucho más y es más complicado marcar una referencia fija.
Obviamente, en esta numérica alocada entran los cortes o revisiones de precio que existen dentro de cada generación (que en este artículo concreto no vamos a tener en cuenta) y que abaratan bastante el precio de salida que pagamos por una consola.
Vamos, que si nos compramos una consola, y unos 20 títulos por año (sin contar la moda de los DLC), podríamos estar en un gasto estimado de 1.200 euros, tirando por lo bajo.
Como veis no es una cifra nada desdeñable si tenemos en cuenta que, como nosotros, hay otros miles (o millones) de personas que hacen este mismo gasto aproximado.
No cualquier tiempo pasado fue mejor
Si este gasto que realizamos hoy en día os puede parecer elevado, la historia y las cifras ponen de claro manifiesto que los jugones de los 80 y 90 gastaban un pellizco más.
Esto se debe a que la economía, nuestra amienemiga, mueve los hilos de los precios y de la inflación, lo que debemos de tener en cuenta si realmente queremos saber cuánto costaba una consola o un videojuego antiguamente.
IGN nos ofrece una serie de datos y cálculos que demuestran que las consolas y juegos en los 70-90 eran un tanto más caros que los actuales.
Pongamos el ejemplo de la NES, que vio la luz en 1985 y que, al cambio, costaría unos 170 euros (lo que no era moco de pavo en los 80), a los que aplicándole la correspondiente inflación resultarían a día de hoy, nada más y nada meno, que en unos casi 370 euros.
Los juegos para la NES, al cambio y con la inflación ya añadida, rondarían los 76 euros por juego, lo que son casi 15/20 euros más que los triple AAA que podemos adquirir hoy en día.
Si la PS3 os parecía cara con sus 499 euros (20 Gb), o los mortales 599 euros de su versión más "engigantada" (60 GB) cuando salió allá por el 2006, esperad a leer el siguiente dato.
Parece que en el futuro los precios seguirán siendo continuistas, a no ser que la tecnología cambie radicalmente
La Atari 2600 que se lanzó en 1977 costaba unos 170 euros de salida. Si tenemos en cuenta la inflación desde esa fecha, a día de hoy nos supondría un total de 653 euros aproximadamente.
Con esto no queremos decir que los casi 400 euros que hoy nos cuesta una PS4 Pro sean una nimiedad, sino que la tecnología y sus componentes eran más caros en los 80 y 90, aunque desde la perspectiva actual pueda no parecernos así.
Es necesario tener en cuenta, como sugieren desde Ars Tecnica, que el sistema de cartuchos de las viejas generaciones era más costoso.
El valor de cada juego variaba con la memoria que éste ocupaba, siendo el precio mayor a mayor necesidad de almacenamiento. Esto es algo que también sucedió con los precios de los títulos de la dorada Nintendo 64.
Suponemos, entonces, que nuestras lamentaciones y nuestra típica frase de "antes era todo más barato", en este caso no es tan cierta. Es verdad que, en los últimos tiempos, hemos sido víctimas de una importante pérdida de poder adquisitivo, lo que nos lleva a notar más en los bolsillos lo que antes no nos pesaba tanto.
Una serie de posibles futuribles
Considerando datos pasados, presentes, y casi futuros, la verdad es que se hace harto difícil dar una respuesta cargada de veracidad en cuanto al futuro de los precios en la industria de los videojuegos.
Posiblemente, con el apabullante nivel de desarrollo tecnológico que se ha dado (y dará) en los últimos tiempos, es muy probable que las nuevas generaciones de consolas sean más baratas.
Esto se podría argumentar en base a que, cada vez, es más barato y fácil ensamblar y construir hardware, como también lo es desarrollar software. Lo que ocurre, y sería bueno mantenerlo en mente, es que de darse un salto tecnológico importante muy repentino, toda la tecnología verá incrementado su precio medio.
Obviamente, si se necesitan nuevos medios de producción, nuevos materiales, y un mayor desarrollo, sería lógico pensar que el coste del producción iría en aumento.
Aunque, por otro lado, la rapidez con la que se abaratan estas nuevas tecnologías, podría dar lugar a una nueva generación de consolas y sistemas de un precio similar al actual.
La frontera de precio para el consumidor parece estar en los 400 dólares/euros
Además, a todo esto hay que añadirle el hecho de que los consumidores (parte muy importante en esta discusión) no están siempre dispuestos a pagar un precio desorbitado por una consola (recordemos el fiasco inicial de la Xbox One con Kinect de serie).
Como no puede ser de otra forma, si las compañías atienden a razones históricas de relación precio/éxito, serán conscientes de que rebasar los 400 dólares o euros y triunfar, está más cerca de ser una hazaña que una realidad.
Esperemos, por nuestro bien, y por el de nuestras muy estimadas carteras, que las próximas iteraciones de nuestros productos gamer más codiciados, no nos lleven a pensar en la donación de alguno de nuestros órganos vitales. ¡La fuerza sea con nosotros, jugones!