Astrónomos creen haber sido testigos de una estrella partiéndose en dos, uno de los eventos más extremos del cosmos
Este hallazgo plantea que algunas explosiones cósmicas extremas podrían estar pasando desapercibidas para las mentes más brillantes de la astrofísica
La ciencia sabe de sobra que cuando las estrellas más masivas agotan su combustible, mueren en forma de supernova y esparcen por el universo elementos como el carbono o el hierro. En raras ocasiones, otro tipo de evento excepcionalmente energético entra en escena. Estas son las kilonovas, que nacen del choque entre dos estrellas de neutrones y que pueden crear metales como el oro o el uranio. Sin embargo, otro fenómeno ha hecho palidecer a la comunidad científica.
La doble explosión que desafía a la astrofísica
Recientemente, gracias al artículo publicado en la revista científica The Astrophysical Journal Letters, hemos descubierto un fenómeno descrito por un equipo internacional de astrónomos. Este ha sido denominado como AT2025ulz y podría ser el primer ejemplo de una superkilonova. Es decir, estaríamos ante una kilonova desencadenada por una supernova, en lo que es una idea que llevaba años apareciendo en modelos teóricos.
Fue el 18 de agosto de 2025, según la información publicada en la página web del Instituto Tecnológico de California, cuando los detectores de ondas gravitacionales LIGO y Virgo registraron una señal compatible con la fusión de dos objetos compactos. Lo llamativo fue que al menos uno de ellos parecía tener una masa anormalmente baja, inferior a la del Sol, algo que no encaja con las estrellas de neutrones conocidas.
Pocas horas después de la señal inicial, los telescopios localizaron un nuevo punto de luz en esa misma zona del cielo. Durante los primeros días se apagó con rapidez y mostró un brillo rojizo, un comportamiento típico de una kilonova. Sin embargo, con el paso del tiempo el objeto volvió a intensificarse, cambió a tonos azules y empezó a mostrar hidrógeno, rasgos propios de una supernova.
Esta evolución es la que desconcertó a los astrónomos. Las supernovas no generan ondas gravitacionales detectables a grandes distancias, mientras que las kilonovas sí. Por eso, muchos interpretaron el caso como una coincidencia entre dos fenómenos distintos. Sin embargo, el equipo liderado por Mansi Kasliwal, astrofísica del Instituto Tecnológico de California, propuso otra explicación.
Según su hipótesis, una estrella muy masiva y de rotación extrema habría explotado primero como supernova y, durante ese colapso, se habría fragmentado en dos pequeñas estrellas de neutrones. Tras un breve periodo orbitándose entre sí, ambas habrían acabado fusionándose y dando lugar a una kilonova. La supernova inicial habría ocultado en parte esa segunda explosión, mezclando ambas señales en una sola observación.
Si esta interpretación es correcta, tendría implicaciones profundas. Significaría que algunas kilonovas podrían estar pasando desapercibidas, camufladas como supernovas convencionales. Por el momento, no tenemos pruebas definitivas, pero sí tenemos una nueva manera de explorar cómo mueren las estrellas más extremas y cómo el universo fabrica los elementos más pesados.