¿A qué huelen las cosas que no huelen?

¿A qué huelen las nubes? ¿A qué huele el silencio? Por si te lo estabas oliendo, sí, los olores también pueden medirse.

¿A qué huelen las cosas que no huelen?

No ha llovido tanto desde que una popular marca de higiene íntima femenina eligiese la pregunta que corona el post como eslogan de su campaña publicitaria. Un curioso recurso literario en forma de oxímoron que es simplemente imposible: si algo no tiene olor, obviamente no huele y viceversa.

Absolutamente todo tiene olor

Pero antes de nada, debemos partir de una premisa: todo huele. Lo que pasa es que el olor no es una magnitud muy estándar. Y es que, como el picante, se trata de un parámetro subjetivo.

Aún así, el ser humano se las ha apañado para lograr cuantificarlo y graduarlo mediante olfatometría con algo que se conoce como "olf".

Un poco de olorosa historia

Y es que, ¿cómo nos íbamos a quejar de lo mal que le huelen los pies a alguien o lo fuerte que es el aroma de cocción de la coliflor si no podemos cuantificarlo? La olfatometría se originó para medir las molestias olfativas que generan los materiales de construcción como los disolventes o pinturas, pero su aplicabilidad va mucho más allá.

Los olores no son inocuos

Como decíamos, la estandarización de la medida de los olores llegó de la mano de la prevención de riesgos laborales en la construcción, allá por 1986, cuando se acuñó el término sickbuilding syndrome o síndrome del edificio enfermo.

Esta serie de trastornos se producen por la contaminación del aire originado por una mala ventilación, la descompensación de temperaturas, las partículas en suspensión, los gases y vapores de origen químico y los bioaerosoles.

Y es que, contrariamente a lo que puedas pensar, los olores no son inocuos. Entre las molestias que provocan al cuerpo humano se encuentran jaquecas, náuseas, mareos, resfriados persistentes, irritaciones de las vías respiratorias, piel y ojos, etc. Asimismo, también pueden actuar como catalizadores en procesos alérgicos.

Así es como se miden los olores

Entonces, ¿qué es un olf? Toma nota, porque creemos que tu vida ya no será la misma tras este descubrimiento.

No podrás creerte lo que es un "olf"

Lo explica muy bien la revista Muy Interesante: un olf equivale a la emisión aromática de un adulto con 1,8 m2 de piel que se ducha 0,7 veces y se cambia de ropa interior a diario, mientras realiza sentado una actividad cotidiana.

¿A qué huelen las cosas que no huelen?

Así es un olfatómetro. <a href="http://www.olores.org/index.php?lang=es" rel="nofollow" target="_BLANK">Olores</a>

Si hay olf y olfatometría, como es de esperar, el aparato para medir los olores es el olfatómetro. Eso sí, mide la fuerza y no el hedor. Por ejemplo: una alfombra sintética emite 0,4 olfs/m2; el mármol, 0,01olfs/m2; un niño de 12 años jugando, 2 olfs; un deportista, 30 olfs; y un fumador habitual, 25 olfs.

¿Todo huele?

¿Recordáis la premisa inicial esa de que todo huele? Sí, absolutamente todo. Todo el mundo sabe que la hierba, la madera, el cuero, el café huelen. ¿Pero qué pasa con el mármol? Pues sí, también huele, lo que pasa es que no lo hace de manera tan intensa. Todo es cuestión de acercar la nariz lo suficiente.

Todo está en la distancia de olfateo

Y es que la intensidad del olor varía en función del número de moléculas presentes de su fuente original, como explica Ciencia Bizarra. Pero no es la única variable.

Como con el picante y cualquier otra experiencia sensorial, es subjetiva y depende de las experiencias previas. Es por eso que, por ejemplo, un sommelier es capaz de diferenciar un vino de otro solo por el olor mientras que a nosotros nos colarían un burdo vino de tetra-brik por cabernet sauvignon.

Algunos olores curiosos

Si reza el dicho que "para gustos, los colores", con los olores sucede algo parecido, quizás por eso existen tantos perfumes. Seguro que alguna vez te has preguntado el porqué de tus olores favoritos. Pues bien, aquí vamos con algunos de ellos:

  • El olor de la lluvia procede de la combinación del ozono atmosférico, la geosima de las plantas y el petricor que emiten las rocas.
  • Otro de nuestros favoritos es el de la playa, ¿Hay algo mejor que tumbarse sobre la arena y relajarse con el vaivén de las olas, la suavidad de la arena y su olor tan característico? Pues probablemente, porque huele a sexo y pedos.
  • Si hay un olor que nos apasiona, es el de coche nuevo. Puede que el olor sea magnífico, pero su salubridad no lo es tanto. Según apunta el diario ABC, su origen procede de las piezas de plástico que conforman su interior mezcladas con los respectivos materiales adhesivos y sellantes. Al tratarse de materiales procedentes de compuestos orgánicos volátiles, estos siguen desgasificándose emitiendo entre otros, ftalatos.
  • Los amantes de la lectura encuentran sublime abrir un libro viejo y meter la nariz entre sus páginas, un olor bastante único que también podemos encontrar en bibliotecas. Quo aclara el misterio: La causa es la descomposición de los compuestos químicos empleados en la impresión y maquetado del libro, especialmente la lignina del papel.
  • Algunas verduras también tienen olores bastante peculiares, por ejemplo la col, la coliflor, el brócoli, el ajo, la cebolla, el puerro o los cebollinos deben su olor a compuestos procedentes del azufre, como los huevos podridos.
  • Ese olor tan característico de la orina tras comer espárragos se debe al metilenglicol, una sustancia que genera nuestro cuerpo al metabolizar este rico vegetal. Como curiosidad, este componente es bastante cercano en cuanto a composición a la esencia que expele la mofeta.

Así que ya sabes, la próxima vez que te acerques a una encimera de mármol, no dejes pasar la oportunidad de posar la nariz y buscar su aroma particular. ¡Recuerda que todo huele!

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