¿De qué se reían hace 3.000 años? Pues lo sabemos y era un humor parecido al nuestro
Si creías que la educación estaba reñida con el humor, parece que estás muy equivocado
Si te digo que pienses en la antigua Mesopotamia, seguramente te vengan a la cabeza templos, reyes de barba poblada o tablas de arcilla repletas de complejos símbolos. ¿Risas? ¿Chistes en las aulas? Parece que también. O eso es al menos lo que un reciente estudio publicado en la revista científica Journal of Near Eastern Studies sugiere. Los mesopotámicos sabían pasarlo bien, incluso aprendiendo.
El humor de los escribas en Mesopotamia
La investigadora Shana Zaia, asirióloga de la Universidad Libre de Ámsterdam, nos propone descubrir un secreto que muy pocos conocen: los escribas de la antigua Mesopotamia no solo eran expertos en matemáticas, religión y administración, sino que también utilizaban el humor como herramienta educativa. Eso sí, no es tan sencillo ubicar el humor en las tablillas mesopotámicas de hace 4.000 años, dado que no existía un género cómico entre los documentos de la época.
Es por ello que los investigadores utilizan teorías modernas y rastrean pistas acerca de la comedia en Mesopotamia para poder detectar aquellos momentos que hacían reir a sus habitantes. Y el nuevo estudio expone a las escuelas de escribas como el lugar donde más humor se utilizaba. Podían encontrarse en textos para hacer más amenas las lecciones, para afianzar conocimientos y para fortalecer lazos entre los alumnos.
Los ejemplos que ha recopilado Shana Zaia son un auténtico deleite. Por ejemplo, en el relato conocido como El médico de Isin, un sacerdote cree que le llaman pedorro en lugar de decirle que su paciente no está en casa, todo debido a un error de traducción entre el sumerio y el arcadio. En Inmuebles para los pájaros, y con el fin de aprender fórmulas legales, se explica como espíritus con patas de ave compran casas en el inframundo y las pagan con alpiste.
El relato conocido como La Carta de Gilgamesh es, también, una parodia donde el héroe pide enormes cantidades de materiales para crear una estatua, lo que habría desatado las risas de los alumnos que practicaban cómo escribir cartas oficiales. Además, el humor más infantil también parece que estaba inventado, dado que en las listas de signos, que había que memorizar, se incluían expresiones como tirarse pedos o tener diarrea.
Y no estamos hablando de simples adornos literarios, sino de una manera diferente de aprender hace 4.000 años. Esta era una estrategia educativa que impulsó un aprendizaje más efectivo y que, además, ahora nos permite fijarnos en esta cultura como más humana, más acorde a la naturaleza del ser humano. Porque reírse no es algo moderno, sino una manera de comunicarse que lleva milenios entre nosotros.