Descubre un aterrador caso de negligencia médica. Un hombre se despierta mientras están empezando a extirpar sus órganos
La donación de órganos en pacientes de Estados Unidos parece tener una peligrosa grieta ética y médica

Un hombre, en 2021, se despertó en el momento en que se preparaban para desconectarle del soporte vital y extraerle los órganos. Lloró, se encogió en la cama e intentó luchar. No estaba muerto. Pero la maquinaria para convertirle en donante ya estaba en marcha. Este caso, ocurrido en Kentucky, ha desencadenado una investigación federal que saca a la luz un patrón preocupante en el sistema de donación de órganos en Estados Unidos. Ahora te contamos todo lo que sabemos.
Graves problemas en la gestión de donantes en Kentucky
Para comenzar a narrarte esta historia, tenemos que acudir a un informe de la Administración de Recursos y Servicios de Salud de Estados Unidos, que pone el foco sobre el organismo responsable de la coordinación de donaciones en ese estado, denominado Network for Hope. Y es que no parece que este sea un caso aislado, sino que este habría destapado un patrón de ignorar signos de conciencia en decenas de pacientes.
El estudio revisó 350 casos entre 2019 y 2023 en los que se cancelaron finalmente las extracciones de órganos. 73 de esos casos, según el informe, debieron haberse detenido antes, ya que los pacientes mostraban niveles de conciencia altos o en mejoría. Algunos llegaron a sentir dolor o angustia mientras se les preparaba para el procedimiento. Y unos pocos sobrevivieron el tiempo suficiente como para abandonar el hospital.
El foco de la polémica es la donación tras muerte circulatoria, una modalidad cada vez más frecuente en el país americano. A diferencia de los donantes con muerte cerebral, los pacientes con muerte circulatoria siguen teniendo cierta actividad en su cerebro, pero no se espera que se recuperen. Si la familia da su consentimiento, se retira el soporte vital y si el corazón se detiene en menos de dos horas, se procede a la extracción.
En teoría, existen protocolos estrictos para garantizar que la muerte no sea inducida ni apresurada. Pero el informe acusa a Network for Hope de presionar a familias, tomar decisiones médicas sin autorización y empujar a los médicos a actuar contra su criterio clínico. De hecho, uno de los casos más crudos se produjo en diciembre de 2022, cuando un hombre de 50 años, que había sufrido una sobredosis, comenzó a moverse y mirar a su alrededor menos de una hora después de ser desconectado.
La intervención no se detuvo de inmediato, según la información publicada en The New York Times. Cuando finalmente se canceló, el paciente fue trasladado a la UCI, donde llegó a hablar con su familia. Murió tres días después. En total, se detectaron 103 casos con características igual de preocupantes, especialmente en hospitales rurales. Más de la mitad de las extracciones de esta organización se hicieron bajo este método, muy por encima de la media nacional.
Las autoridades han exigido medidas urgentes como reevaluaciones neurológicas cada 12 horas, mejor formación para el personal y mayor supervisión. Network for Hope asegura que cumplirá todas las recomendaciones. Mientras tanto, el caso de Anthony Thomas Hoover II, que a sus 36 años vive con secuelas neurológicas a causa de un procedimiento similar, ha abierto otra investigación paralela por parte del fiscal general de Kentucky.
Por desgracia, el sistema que se mueve entre salvar vidas y arrebatar la oportunidad de seguir viviendo no siempre tiene en cuenta a los propios pacientes. Esa delgada línea, en demasiadas ocasiones, ha provocado que alguien haya cruzado al más allá antes de tiempo y de manera muy cruel. Tanto que ha sido consciente, no solo de cómo se acababa su vida, sino también de cómo sus órganos ya no le pertenecían.