El futuro de la minería ya ha sido descrito por la ciencia ficción. Nuestro siguiente objetivo está en los asteroides

Existe un mercado valorado en miles de millones más allá de la órbita de la Tierra, aunque para acceder a él hay que superar importantes obstáculos como los costes, las leyes o la microgravedad

El futuro de la minería ya ha sido descrito por la ciencia ficción. Nuestro siguiente objetivo está en los asteroides
La minería de asteroides puede ser una industria emergente en las próximas décadas
Publicado en Ciencia

Pocas veces nos paramos a pensar que por encima de nuestras cabezas flotan rocas que podrían estar valoradas en miles de millones. Estamos hablando de los asteroides, cuerpos aparentemente inertes, pero que esconden metales preciosos, agua y compuestos orgánicos capaces de transformar tanto la economía terrestre como la futura vida en el espacio. La minería espacial ya no es una fantasía de ciencia ficción, sino una industria que avanza en silencio. Misión tras misión, ensayo tras ensayo.

La fiebre del oro en el cosmos

La minería espacial es, en apariencia, una idea sencilla: extraer materiales de asteroides cercanos a la Tierra y utilizarlos donde tengan más utilidad, ya sea enviándolos de vuelta a la Tierra o usándolos directamente en el espacio. Sabemos que el interior de estos cuerpos celestes puede albergar metales como el platino, el hierro, el níquel o el cobalto, además de otros elementos como el agua, el hidrógeno y el oxígeno. Y no tenemos que irnos tan lejos, incluso el helio-3 de la superficie lunar podría servirnos como combustible para una energía de fusión limpia y abundante.

Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen, sobre todos aquellos que desconocen este futuro sector industrial, es: ¿por qué deberíamos hacerlo? La respuesta es amplia, pero podríamos empezar afirmando que en la Tierra, muchos minerales estratégicos escasean y, si no lo hacen, su extracción implica daños medioambientales. Ciertos asteroides, además, contienen concentraciones de platino o iridio cientos de veces superiores a las de los yacimientos más ricos de nuestro planeta.

No pienses que estamos ante una utopía. En realidad, el camino hacia esa minería interplanetaria ya ha comenzado. Hemos sido testigos de misiones que demostraron que es posible visitar un asteroide, recoger muestras y traerlas de vuelta a la Tierra. Hablamos, por ejemplo, de la misión Hayabusa 2 de la agencia japonesa JAXA o de la misión OSIRIS-REx de la NASA. Se pudieron analizar fragmentos de los asteroides Ryugu y Bennu y el resultado fue un excepcional tesoro conformado por carbono, nitrógeno, fosfatos e incluso moléculas orgánicas, que, por explicarlo de manera simple, serían los ladrillos básicos de la vida.

China tampoco se queda atrás y también aspira a recoger muestras de un asteroide, en este caso del Kamoʻoalewa. Sin embargo, no se queda ahí. La agencia espacial del país asiático ya está probando tecnologías de navegación y anclaje clave para ese tipo de minería. Mientras tanto, el sector privado también se mueve. La sonda Odin fue lanzada este mismo año y según la información publicada en la página web de AstroForge, su objetivo era "determinar si nuestros modelos habían localizado correctamente un asteroide metálico, uno rico en metales del grupo del platino". Y aunque la misión fracasó por problemas técnicos, sentó las bases para la siguiente, prevista para 2026.

Otras compañías, como TransAstra y OffWorld, desarrollan tecnologías de minería óptica mediante luz solar concentrada y enjambres de robots autónomos diseñados para excavar en microgravedad. Sin embargo, los retos son monumentales. Extraer, procesar y transportar materiales fuera de la Tierra sigue siendo muy costoso. Por ejemplo, la misión OSIRIS-REx costó más de mil millones de dólares por apenas 121 gramos de muestra. Y es que en ausencia de gravedad y atmósfera, cada tornillo y cada anclaje deben rediseñarse desde cero. Súmale a esto la incertidumbre legal, ya que el Tratado del Espacio de 1967 prohíbe reclamar territorios, pero no se especifica nada de los recursos.

Los expertos coinciden en que faltan al menos dos o tres décadas para que la minería de asteroides sea económicamente viable. Pero las condiciones se van alineando: lanzamientos más baratos, naves reutilizables, sensores avanzados y una nueva generación de robots mineros. Todo indica que esta fiebre del oro del cosmos acabará por explotar. Y cuando lo haga, podría inaugurar la primera industria verdaderamente interplanetaria.

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