El tiburón más grande de la historia no solo comía ballenas. Así lo han demostrado los estudios

El megalodon fue una vez el mayor depredador de los mares. Se decía que solo comía ballenas, pero en realidad han demostrado que su dieta era mucho más compleja

El tiburón más grande de la historia no solo comía ballenas. Así lo han demostrado los estudios
Ilustración que representa un Otodus megalodon nadando (National Geographic)
Publicado en Ciencia

Durante décadas, los científicos creyeron que el Otodus megalodon, el pez depredador más grande en la historia de la Tierra, se alimentaba casi exclusivamente de ballenas para sostener su colosal cuerpo, que podía alcanzar hasta 24 metros de longitud y una fuerza de mordida comparable a una prensa hidráulica industrial. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado una imagen más compleja y matizada del comportamiento alimenticio de este antiguo tiburón.

Según un nuevo estudio liderado por el Dr. Jeremy McCormack de la Universidad Goethe de Frankfurt y publicado en la revista Earth and Planetary Science Letters, el megalodon no era un cazador especializado únicamente en mamíferos marinos, sino un depredador oportunista y flexible que se alimentaba de distintas especies a lo largo de la cadena trófica marina. La investigación ha reconstruido la jerarquía alimentaria del ecosistema marino de hace 18 millones de años, desde peces pequeños como el besugo, que comían moluscos y crustáceos, hasta tiburones más grandes como el Otodus megalodon y Araloselachus cuspidatus, que se situaban en la cima.

El megalodon tenía una dieta muy variada, más de la que se pensaba originalmente

Este nuevo conocimiento fue posible gracias a una innovadora técnica geoquímica basada en el análisis de isótopos de zinc presentes en dientes fosilizados, los únicos restos que suelen conservarse de tiburones cartilaginosos como el megalodon. El estudio del equilibrio entre los isótopos de zinc-66 (más pesado) y zinc-64 (más ligero) permite determinar la posición de un animal en la cadena alimenticia: los depredadores situados más arriba conservan menos zinc-66. En el caso del megalodon, los niveles extremadamente bajos de este isótopo confirmó su estatus como superdepredador.

Sin embargo, el hallazgo más significativo es que el megalodon no se limitaba a cazar ballenas, sino que también consumía otros tiburones y peces grandes, dependiendo de la disponibilidad de presas. Esta versatilidad ecológica revela que el megalodon era más adaptable de lo que se pensaba, pero también podría haber sido más vulnerable ante cambios ambientales o la competencia de especies emergentes que, aunque no compartían su tamaño, si lo hacían en cuanto a la forma de depredar y voracidad. Aunque hay muchos tipos de tiburón que no tienen estos hábitos.

De hecho, otros estudios han relacionado su declive con el auge del tiburón blanco moderno, más pequeño, pero también más eficiente como depredador. Como señala McCormack, esta investigación ofrece una visión más realista y completa de la vida marina antigua, al tiempo que subraya que ni siquiera los superdepredadores están exentos de la extinción.

El megalodon desapareció hace millones de años, pero aun hoy sigue siendo una especie rodeada de enigmas que los científicos se están empeñando en desentrañar para comprender sus hábitos de vida. Por otro lado, hay que destacar que gracias a los nuevos métodos de investigación los expertos pueden rebuscar mejor en los hallazgos fósiles que se hacen anualmente.

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