Giro de 180º, encuentran en un yacimiento romano un cristal que solo se puede construir en el siglo XXI. La ciencia está desconcertada
Los investigadores Fiorenzo Omenetto y Giulia Guidetti de la Universidad de Tufts Silklab en Metford, Massachusetts, han dado con un material que no se contemplaba que pudiera tener presencia ni uso hace 2.000 años

Los descubrimientos en el ámbito de la ciencia suelen deparar como resultado el asombro tanto de la comunidad científica como del público al que llegan. Sin embargo, hay ocasiones en que los propios investigadores acaban teniendo una sensación de genuina curiosidad ante un hallazgo y los alcances que pueda tener, como sucediera en Japón con el estudio de la Universidad Metropolitana de Tokio.
Esto es lo que le ha sucedido precisamente a dos investigadores de la Universidad de Tufts Silklab en Metford, Massachusetts. Los investigadores Fiorenzo Omenetto y Giulia Guidetti, expertos en ciencias de los materiales, no salían de su asombro tras descubrir que fragmentos de vidrio romano con más de 2.000 años de antigüedad y que habían permanecido bajo tierra durante siglos desarrollaron cristales fotónicos en su superficie.
La propia Guidetti declaró entre sus conclusiones que el proceso pudo comenzar con algo tan sencillo como la arcilla, material cuya importancia en preservar y conservar material de nuestros antepasados hemos visto con anterioridad: “La arcilla circundante y la lluvia determinaron la difusión de minerales y una corrosión cíclica de la sílice en el vidrio. Al mismo tiempo, el ensamblaje de capas de 100 nanómetros de espesor que combinan la sílice y los minerales también se produjo cíclicamente. El resultado es una disposición increíblemente ordenada de cientos de capas de material cristalino»”, destacó.
El proceso que parece haber dado lugar a la aparición de estos cristales se debe a la corrosión y la cristalización del vidrio a lo largo de los siglos. Especialmente llamativo para los investigadores es el hecho de que las moléculas de vidrio se reorganizaran y recombinaran con los minerales presentes en la tierra para dar lugar a esos cristales fotónicos capaces de reflejar la luz de formas muy precisas.
Estos cristales, que reflejan y filtran la luz, son responsables de las iridiscencias en tonos azules, verdes y naranjas observadas en estos fragmentos. Las conclusiones de Omenetto y Guidetti sugieren que replicar este proceso de formación de cristales fotónicos en un entorno adecuado en la actualidad podría conducir al desarrollo de materiales ópticos avanzados tal como apuntó Fiorenzo Omenetto:
si bien la edad del vidrio puede ser parte de su encanto, en este caso, si pudiéramos acelerar significativamente el proceso en el laboratorio, podríamos encontrar una manera de cultivar materiales ópticos en lugar de fabricarlos.
Entre los destinos que podrían tener los cristales que ha dado como resultado esta investigación y que podrían inspirar el desarrollo de nuevos materiales que manipulen la luz de manera eficiente podría haber desde sensores a dispositivos de comunicación o de seguridad con lo que el abanico de posibilidades que se abriría para su uso por ejemplo en nanotecnología es muy amplio e interesante para la comunidad.