Hemos descubierto el cráneo de una antigua especie humana y tiene más de 140.000 años
Una calavera ha sido identificada gracias al análisis de proteínas, poniendo cara a uno de los linajes humanos más enigmáticos, conocido hasta ahora solo por su ADN

Te ponemos en situación. Tenemos un cráneo perfectamente conservado, ha sido descubierto en China en la década de 1930, estando oculto durante más de ochenta años. Este, según un reciente artículo publicado en la revista científica Science, ha resultado ser el primer rostro completo de un denisovano. ¿Estamos, por tanto, ante la evidencia física del linaje fantasma de los seres humanos?
Revelado el rostro de los denisovanos
La historia de este fósil es tan curiosa como su identidad. El cráneo que protagoniza esta historia fue desenterrado en Harbin, la ciudad más grande de la provincia china de Heilongjiang, durante la ocupación japonesa de los años 30. Entonces, el obrero que lo encontró lo escondió en un pozo para evitar que cayera en manos de las autoridades. El secreto se mantuvo en la penumbra hasta el año 2018, cuando, en su lecho de muerte, ese mismo obrero confió el cráneo a su familia, que a su vez lo entregó a la ciencia.
En 2021, un equipo de paleoantropólogos lo presentó al mundo como una nueva especie, Homo longi, que podría traducirse como Hombre Dragón, siendo considerado como el pariente más cercano al Homo sapiens. Esta clasificación, no obstante, fue bastante controvertida, ya que muchos expertos cuestionaban la distinción de especies, incluso con los neandertales. Sin embargo, los intentos de extraer ADN del cráneo, para aclarar su posición en nuestro árbol genealógico, fracasaron.

Imagen en tres dimensiones del cráneo desenterrado en la ciudad china de Harbin
El porqué de este fracaso parecía residir en la técnica del análisis de proteínas. Estas moléculas, más robustas que el ADN, estaban preservadas en el hueso temporal del cráneo y contaron a los científicos una historia muy diferente. Los investigadores identificaron fragmentos de 95 proteínas, de las cuales cuatro presentaban variaciones únicas del linaje denisovano. El cráneo del Homo longi coincidía en tres de ellas, evidencia suficiente para afirmar con seguridad su verdadera identidad.
Hasta ahora, los denisovanos eran conocidos como un linaje fantasma y habían sido estudiados a través de fragmentos de ADN encontrados en pequeños huesos, dientes e, incluso, en el suelo de cuevas de Siberia o el Tíbet. Sabíamos que existieron, que se cruzaron con nuestros antepasados y con los neandertales, pero no podíamos ponerles cara todavía.
Gracias al cráneo hallado en Harbin, ahora también sabemos cómo era su aspecto. Tenían un rostro ancho y plano, pómulos pequeños, grandes cuencas en los ojos y una frente prominente. Su cráneo, más largo y bajo que el nuestro, albergaba un cerebro de gran tamaño, similar en volumen al de un humano moderno, con unos 1.420 mililitros. Presentaban una mezcla interesante de rasgos, siendo algunos primitivos, como sus grandes molares, y otros más modernos, como un rostro relativamente plano situado bajo el cráneo.
El denisovano tras este cráneo, por el momento, es solo una pieza más de un complejo puzle. Estos antepasados parece que se extendieron por una amplia área de Asia, adaptándose a entornos diversos, por lo que su aspecto físico seguramente fue variado. Y gracias a este hallazgo, por fin podremos ir desentrañando el misterio de unos familiares tan fascinantes como llenos de enigmas por resolver.