La misteriosa historia del motor de agua español: lo ideó un extremeño en 1971 y contenía un material secreto que sacó de quicio a los ingenieros de Franco
¿Por qué se escondió esta patente?

Todos hemos escuchado alguna vez la misteriosa historia de un ingeniero que diseñó un motor que funcionaba con agua. La leyenda está escrita en todos los idiomas y con cientos de variantes disponibles. Entre las leyendas urbanas más extendidas, está la idea de que las industrias petroleras se encargaron de ocultar la patente como la fórmula de la Coca-Cola, con el objetivo de que no se les viniera abajo el chiringuito.
Mover un motor haciendo uso simplemente de agua sería, sin lugar a dudas, el punto final a nuestros problemas energéticos. Sin embargo, la ciencia nos invita a pensar que no es tan sencillo eso de utilizar el líquido elemento como combustible. A pesar de ello, a principios de los años 70, un perito industrial extremeño sorprendió a la prensa e incluso al régimen franquista con una máquina que podría haber convertido a España en líder tecnológica.
El motor imposible de Arturo Estévez Varela

Estévez hacía sus demostraciones en vivo para demostrar el potencial de su invento. [Imagen: Diario Hoy]
En el año 1969, Arturo Estévez Varela aseguró haber dado con el diseño de un motor que funcionaba únicamente con agua. Bueno, con agua y con un material secreto que solo conocía él. Visto con perspectiva, todo nos indica que había truco, pues es la fórmula que usan todos los “magufos”.
Las demostraciones de Estévez parecían estar completamente limpias de manipulación. El perito llegaba a un pueblo con su moto, vehículo que, obviamente, estaba propulsado por su ingenioso motor. Luego, cuando estaba rodeado de suficientes curiosos, sacaba un botijo de agua y bebía un par de tragos. Acto seguido, llenaba el depósito y arrancaba la moto.
La cosa no acabó ahí. En 1971, en un acto de patriotismo, decidió ceder la licencia de su invento al Estado español. España iba a tener en exclusiva la patente del motor de agua. La industria alemana, francesa y americana se rendirían a nuestros pies. Sin embargo, este invento fue truncado, como el Proyecto Islero.
No es una conspiración, pero es una conspiración
¿Se cargó Franco la gallina de los huevos de oro? ¿Se dejó amedrentar el caudillo por las petroleras extranjeras? No tiene pinta, aunque esta historia acaba exactamente igual que todas las leyendas urbanas de este tipo. La patente terminó en un cajón y no se supo más de ella.
Pero antes de que se presente otra chirigota magufa al Carnaval de Cádiz abriéndonos los ojos sobre este tema, hablemos de lo que se sabe que pudo haber ocurrido. Al parecer, Franco nunca terminó de creerse el motor de agua. Tanto, que dedicó a toda una plantilla de científicos a buscar las cosquillas del invento.
Los de las batas llegaron rápidamente a una conclusión. El motor de Estévez era una tomadura de pelo. Un truco de circo. Una chifladura. Aquel invento iba en contra de las leyes de la mecánica y la termodinámica, como el motor magnético. La única explicación posible es que la moto del extremeño tuviera algún tipo de tanque oculto con boro, un químico de todo, menos rentable. Al reaccionar con el agua, se produciría hidrógeno, que está a la orden del día porque sí es un combustible. Sin embargo, tal y como estaba montado el espectáculo de Arturo Estévez, todo parece indicar que era un simple “truco de magia” —o de química, llámalo como quieras—, para hacerse el interesante, como ya apuntaban los más escépticos de la época.