Las legiones romanas tenían su peor enemigo en las enfermedades: así es como las combatían. Sentaron un precedente
Las epidemias siempre han sido el enemigo invisible de los ejércitos del planeta

Cuando pensamos en guerras de hace siglos, solemos imaginarnos espadas, flechas o cañones a bordo de barcos. Sin embargo, no solemos tener en cuenta a uno de los mayores asesinos de la historia militar. No hablamos de enemigos temibles, y de carne y hueso, sino de aquellas enfermedades provocadas por una pésima gestión de los residuos. Males como el cólera, el tifus o la disentería han matado a más soldados que cualquier arma, con lo que la lucha frente a esta amenaza silenciosa ha estado siempre presente.
La amenaza invisible de los ejércitos romanos (y del resto de imperios y naciones)
Hablamos de sangrientas batallas, de cuerpos mutilados y de la extrema violencia de las guerras desde hace siglos, pero muy pocas veces nos detenemos a pensar en la gestión de los residuos de los ejércitos de la antigüedad. Si nos acercamos a la época del Imperio Romano, a pesar de que no contamos con un manual práctico para conocer cuál era la manera en que hacían frente a sus desechos, sí sabemos que hablamos de un problema de gran impacto.
Algunos ejércitos, formados por hasta 10.000 hombres, podían llegar a generar alrededor de 4 toneladas de residuos en un solo día. Es por ello que los campamentos romanos tenían estrictas medidas de higiene, entre las que destacaban, por ejemplo, cavar letrinas alejadas de las tiendas. Textos como el De Re Militari de Vegecio detallaron como se gestionaban los residuos: con pozos poco profundos, enterrados cada día y con fuertes sanciones para quienes no cumplían estos preceptos.
Sin embargo, la acumulación de basura y excrementos era un claro foco de enfermedades, algo que sucedió hasta bien entrado el siglo XIX. Muchos ejércitos también combatieron los residuos, aunque algunos lo hacían con métodos un tanto distintos. Por ejemplo, el pueblo mongol dejaba secar los excrementos, incluso llegándose a reutilizar como combustible. Eso sí, debido a su naturaleza nómada, la evidencia arqueológica es escasa. El clima seco de las estepas también ayudaba a evitar la propagación de enfermedades, a diferencia de los ambientes húmedos.
Y si hablamos de ejércitos que acumulaban gran cantidad de animales, el problema se multiplicaba casi exponencialmente. Eran una fuente de residuos, ignorada mientras se estaba en movimiento, pero a la que había que hacer frente en los asentamientos. En climas secos, al igual que lo que te contábamos anteriormente, el problema no era tan grave, aunque en ambientes húmedos, los campamentos podían ser auténticos lodazales insalubres.
Si creías que las armas y la violencia del ser humano era el mayor peligro al que tenían que enfrentarse los ejércitos hace siglos, quizás debas empezar a plantearte que la higiene y la disciplina eran elementos esenciales para intentar no morir de terribles enfermedades causadas por una deficiente gestión de los residuos. Enterrar, quemar o abandonar eran tareas básicas para la supervivencia de los soldados en el frente.