Los cinco aspectos de la administración Trump que impedirán que la NASA vuelva a ser grande de nuevo
La agencia espacial se enfrenta a un recorte de un cuarto de su presupuesto, a la cancelación de programas clave y a la amenaza de desmantelación de décadas de investigación

Si se aprueba, tal como está redactado, el presupuesto propuesto por la administración Trump para 2026, esto supondría el mayor recorte en la historia moderna de la NASA. Estamos hablando de un tijeretazo de casi el 25 %, que dejaría a la agencia con 18.800 millones de dólares en sus arcas o, lo que es lo mismo, el nivel más bajo desde 1961 si se ajusta a la inflación. Justo cuando más se necesita una visión ambiciosa para explorar el espacio,Estados Unidos abandona el espacio.
Los cinco errores estelares de la administración Trump
El presupuesto plantea, entre otras medidas, cancelar, tras solo dos lanzamientos, el cohete SLS y la nave Orion, los vehículos estrella del programa Artemis para regresar a la Luna, en favor de soluciones comerciales más baratas. Aunque estos sistemas reutilizables serán imprescindibles en el futuro, parece que aún no están listos para misiones tripuladas.
De manera paralela, también se recomienda reducir al mínimo la actividad en la Estación Espacial Internacional y despedirse anticipadamente de sondas que siguen enviando ciencia de primer nivel. Pero entre todas las decisiones preocupantes, hay cinco especialmente desconcertantes, tanto por su impacto como por su falta de justificación científica o estratégica:
- El fin de la propulsión nuclear: Donald Trump quiere eliminar por completo el programa de propulsión nuclear térmica y eléctrica, clave para llegar a Marte con tiempos razonables y mayor eficiencia. El sistema DRACO, desarrollado junto al Departamento de Defensa, ya había sido recortado, pero ahora se le da la puntilla. Y con él, 117 millones de dólares que en 2024 estaban destinados a avanzar hacia misiones interplanetarias realistas.
- Liquidar misiones en activo: 19 misiones científicas, ya en marcha, están pendientes de un hilo. Hablamos, por ejemplo, de la sonda Juno, que sigue orbitando Júpiter, la misión New Horizons, que va camino del espacio interestelar, o el telescopio de rayos X Chandra, fundamental para estudiar el universo. Estos son proyectos con miles de millones de inversión y décadas de desarrollo, que apenas suponen un 2 % del presupuesto anual.
- Romper con Europa: la NASA ya había renovado su alianza con la Agencia Espacial Europea para lanzar el rover Rosalind Franklin a Marte, pero el nuevo presupuesto cancela esa colaboración y elimina el apoyo a otras misiones como EnVision, LISA o ARIEL.
- Ahogar a la Estación Espacial Internacional: se propone reducir su tripulación, los experimentos y los vuelos hacia la estación, justo cuando es esencial para ensayar tecnologías rumbo a Marte. Ya no sería un laboratorio de referencia, sino que se convertiría en una operación de mínimos hasta su retirada en 2030.
- Recortar la investigación humana: se busca reducir el presupuesto para investigar los efectos del espacio en la salud humana, estudiando problemas como la radiación, el aislamiento o la microgravedad. Estos son riesgos reales para misiones largas, pero se quedan fuera del presupuesto para 2026.
La última palabra, como siempre, la tendrá el Congreso de Estados Unidos. Algunos senadores, como Ted Cruz, ya han prometido defender proyectos como el SLS y Orion, pero poco se ha dicho sobre restaurar el músculo científico del país o revitalizar la cooperación internacional. En un momento en que la exploración espacial debería ser importante, parece que la NASA puede quedarse anclada en el presente y no por falta de tecnología, sino por una visión en la que únicamente prima el dinero y el poder.
