Los expertos ahora saben porque los humanos tenemos articulaciones. Ha sido inesperado, pero puede que sea por este tipo de pez
A pesar de que no tenemos espinas o branquias, podríamos haber heredado rasgos de una clase de vertebrado acuático

Evidentemente, no nos parecemos físicamente a los peces. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista científica PLoS Biology, ha abierto un curioso debate en la comunidad científica. Científicos de la Universidad de Chicago afirman que podríamos tener similitudes con una clase de vertebrado acuático, con el que compartiríamos un ancestro común. Y todo parece tener relación con las articulaciones.
Las similitudes entre seres humanos y peces
Los seres humanos, además de otros muchos vertebrados, tenemos lo que se conocen como articulaciones sinoviales. Una sencilla definición sería que estamos hablando de articulaciones móviles cuyas caras no tienen contacto directo entre sí, sino que utilizan la cápsula articular para ofrecernos libertad de movimientos. No sabemos muy bien situar el origen de estas articulaciones, aunque ahora podríamos tener una buena pista en algunos animales marinos.
Se sabe que las articulaciones sinoviales también se encuentran en el clado de peces con mandíbulas articuladas, aunque no en aquellos peces sin mandíbulas. No sabemos a ciencia cierta cuál es ese misterioso ancestro que compartimos con los peces con mandíbulas articuladas, aunque sí tenemos constancia de que el Bothriolepis canadensis es el primer ejemplar conocido con evidencia de poseer esas articulaciones sinoviales.
Estos peces se sabe que vivieron en la Tierra entre hace 387 y 360 millones de años, situándose a mitad y finales del período Devónico. Neelima Sharma, una de las autoras del artículo mencionado anteriormente, asegura que "las articulaciones con superficies recíprocamente articuladas surgieron en el esqueleto dérmico de un ancestro común de todos los vertebrados con mandíbula".
Para conocer si los peces cartilaginosos también compartían nuestras articulaciones sinoviales, los científicos investigaron a la especie Leucoraja erinacea y la compararon con lampreas y peces bruja. Estos últimos no poseían cavidades entre sus articulaciones, aunque la Leucoraja erinacea aún estaba pendiente de ser inspeccionada para conocer si su mandíbula, pelvis y aleta pectoral están construidas como una articulación sinovial.
Gracias al trabajo de este equipo, se pudo constatar que esas articulaciones sinoviales se desarrollan tanto en peces cartilaginosos con mandíbulas y en peces con esqueleto, pero no en peces sin mandíbula. Esto significa que nuestro ancestro misterioso tendría que haber sido un vertebrado con mandíbula.
Los investigadores aseguran en el estudio que "nuestros resultados son consistentes con estudios funcionales, demostrando que los peces cartilaginosos con mandíbulas, como los tetrápodos, se apoyan en articulaciones sinoviales para mostrar movimientos considerables en aletas y mandíbulas". ¿Somos peces? No. ¿Tenemos ancestros en común? Parece que sí, a juzgar por estas nuevas evidencias.