Los pedos de las vacas contaminarán menos: todo es por esta técnica para reducir el metano

Un estudio confirma que las balsas de estiércol selladas reducen hasta un 80 % las emisiones de metano

Los pedos de las vacas contaminarán menos: todo es por esta técnica para reducir el metano
El metano es uno de los gases que más responsabilidad tienen en el efecto invernadero
Publicado en Ciencia

En el corazón de la región del Valle de San Joaquín, localizado en el estado de California, algo insólito ocurre bajo una lona inflada como un globo gigante. No se trata de un experimento de un loco inventor de YouTube ni de un nuevo tipo de invernadero. Lo que oculta esta cubierta es una de las fuentes más silenciosas y peligrosas de gases de efecto invernadero: una laguna de estiércol de vaca. Sin embargo, un grupo de científicos ha conseguido paliar sus efectos.

Así logró una granja de California frenar su huella climática

Este negocio californiano no está permitiendo que el metano escape libremente a la atmósfera. En su lugar, lo que han conseguido es capturarlo, depurarlo y redirigirlo hacia usos energéticos alternativos, como la creación de combustible para camiones de largo recorrido. Este no es un asunto menor, tal y como se asegura en un reciente estudio publicado en la revista científica Global Change Biology Bioenergy, que ha sido llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Riverside.

Estamos ante un sistema conocido como digestor de estiércol, que permite reducir las emisiones de metano en un 80 %, confirmando con datos reales las estimaciones teóricas que manejaban hasta ahora autoridades y científicos que han investigado esta posibilidad anteriormente. En este caso, estamos ante la verificación más exhaustiva que se ha hecho hasta la fecha acerca de este sistema.

Imagen del digestor utilizado en la granja californiana para evitar emisiones de metano

Imagen del digestor utilizado en la granja californiana para evitar emisiones de metano

Pero, ¿cómo se ha llevado a cabo el estudio? En primer lugar, los investigadores midieron durante un año las emisiones de una granja lechera familiar en el condado de Tulare antes y después de instalar el digestor en 2021. Con una furgoneta equipada con sensores de precisión, recopilaron cientos de datos que evidencian un cambio sustancial. Francesca Hopkins, climatóloga y autora principal del estudio, ha asegurado en el comunicado publicado en la página web de la Universidad de California en Riverside que:

Los digestores pueden tener fugas, y a veces lo hacen. Pero cuando el sistema está bien construido y se gestiona con cuidado, las emisiones se reducen drásticamente. Eso es lo que vimos aquí.

El metano es más de 80 veces más potente que el dióxido de carbono a corto plazo en términos de calentamiento global. En California, una buena parte de este gas procede de las explotaciones ganaderas, no solo por las ventosidades de las vacas, sino por cómo se almacena su estiércol. Las balsas abiertas, sin oxígeno, generan metano de forma natural. Cubrirlas con membranas herméticas permite capturar ese gas antes de que se pierda en el aire.

En el caso de la granja de Tulare, el sistema mostró algunas fugas en sus inicios. Sin embargo, gracias a la colaboración entre el equipo científico, la empresa operadora del digestor, California Bioenergy, y los ganaderos, se pudieron realizar ajustes en tiempo real. Y con ellos, llegaron los resultados. Francesca Hopkins asegura que "este fue un caso clásico de gestión adaptativa. La asociación entre los científicos, la empresa y el agricultor realmente hizo una gran diferencia"

Eso sí, el estudio no ignora las limitaciones que existen. Por ejemplo, se sabe que estos digestores no eliminan otras emisiones dañinas, como el amoníaco o las partículas en suspensión, ni son una solución viable para todas las granjas, ya que requieren inversiones, permisos y mantenimiento a largo plazo.

Eso sí, para aquellas explotaciones que pueden implementarlos, son una de las herramientas más eficaces y rentables que existen para reducir gases de efecto invernadero. Y con las nuevas tecnologías, como la monitorización por satélite o el control y seguimiento de fugas serán cada vez más precisas. Con voluntad, ciencia y cooperación, parece que cualquier cosa es posible, hasta evitar la contaminación de los pedos de las vacas.

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