Los tiburones no tienen pulmones, pero sí tienen nariz ¿para qué sirve este órgano en sus cuerpos?
La propia evolución separó el olfato de la respiración en uno de los depredadores marinos más longevos de la Tierra

En más de una ocasión, seguro que te ha llamado la atención la nariz de los tiburones. Al contrario de lo que podrías pensar, este órgano no tiene ninguna función respiratoria, por extraño que suene. Estos seres marinos, en ocasiones temibles, no inhalan aire, sino que han desarrollado una herramienta tan especializada como sofisticada, que se podría asemejar a un radar químico. Una suerte de sistema de caza, navegación y supervivencia.
Así funciona la nariz de un tiburón
En primer lugar, habría que aclarar que se sabe que los tiburones tienen la capacidad de respirar y oler por separado, gracias a la propia evolución, algo que resulta clave para haberse convertido en uno de los depredadores más eficientes del planeta. Mientras los mamíferos unen olfato y respiración en un único conducto, los tiburones dependen exclusivamente de sus branquias para obtener oxígeno.
El proceso sería el siguiente: el agua entra por su boca y baña los filamentos branquiales, donde un ingenioso sistema de intercambio a contracorriente extrae el oxígeno disuelto. Las especies más activas, como el gran tiburón blanco, deben nadar constantemente para forzar el paso del agua en un proceso conocido como ventilación por ariete. Si se detienen, por cierto, se asfixiarían.
En cambio, otras especies, como el tiburón nodriza, son capaces de descansar en el lecho marino gracias al bombeo bucal, una técnica que les permite impulsar el agua activamente hacia sus branquias. Esta completa dedicación del sistema respiratorio deja libre a la nariz para una única y poderosa misión: oler. Y es que no hablamos realmente de nariz, sino de un órgano conocido como narina.
Las narinas son portales directos a un mundo de información. No están conectadas con la garganta ni con las branquias, sino que son cámaras sensoriales independientes. En su interior, miles de pliegues cubiertos de quimiorreceptores son capaces de analizar las moléculas disueltas en el agua con una sensibilidad asombrosa. Es por ello que pueden detectar una gota de sangre en una concentración de una parte por diez mil millones.
Este sentido del olfato funciona, además, como una brújula de alta precisión. Gracias lo que se conoce como olfato estéreo, el tiburón compara la intensidad de un olor entre sus dos narinas para triangular su origen exacto. Es por ello que su característica manera de nadar en zigzag no es aleatoria, sino una estrategia para ajustar constantemente su rumbo hacia la fuente. En especies como el tiburón martillo, la amplia separación de sus narinas potencia esta habilidad, creando un sistema de navegación biológico sin rival.
Sin embargo, el olfato es solo una pieza en un arsenal sensorial impresionante. Los tiburones son denominados cazadores multisensoriales, ya que, por ejemplo, sus oídos captan sonidos de baja frecuencia a kilómetros de distancia. Y no solo eso, también son capaces de percibir vibraciones o detectar campos eléctricos. En definitiva, la evolución ha dotado al tiburón de un diseño tan eficaz como dominante, con un sentido del olfato excepcional. Y no, no digas nariz. Llámalas narinas.