Ni el Coliseo ni el Foro, esta es la joya de la arquitectura del Imperio romano
El Panteón de Agripa se encuentra en pleno centro de la ciudad italiana y es uno de los edificios de la antigua Roma mejor conservados en la actualidad.

Cuando uno se plantea visitar Roma su cabeza empieza a imaginar el mundo clásico: ruinas antiguas que fueron testigos de momentos épicos y de debates en los que se decidía el futuro del imperio romano. No en vano Roma es conocida como la ciudad eterna y ese es un título que no se concede a la ligera y que delata también el espíritu de supervivencia de la ciudad frente a la caída de los diferentes imperios y los motivos que las provocaban como detalla Kyle Harper en su obra.
El patrimonio arqueológico de la ciudad abruma por su conservación y en ocasiones hace que haya construcciones que parezcan estar en un segundo plano frente a los grandes referentes turísticos de la ciudad cuando su relevancia a nivel de arquitectura está por encima.
Esto es lo que sucede con el Panteón de Agripa frente a construcciones como el Coliseo o el Foro Romano. Cierto es que cada una de ellas tenía su papel en la Antigua Roma: el primero como escenario de espectáculos con los que entretener a emperadores y al pueblo y el segundo como lugar donde debatir, comerciar y centrar la vida social de la ciudad.
La majestuosidad del Panteón de Agripa, en el corazón de Roma
El Panteón de Agripa por su parte ocupó un papel destacado en el aspecto religioso, ya que fue concebido como un templo dedicado a todos los dioses romanos. A lo largo de los siglos ha tenido diferentes usos y en el año 609 fue consagrado como iglesia cristiana. El hecho de haber sido un lugar de culto y de uso continuo ha sido un aspecto importante de cara a su buena conservación hasta nuestros días.
También conocido como Panteón de Roma, su historia comienza alrededor del año 126 cuando de la mano del arquitecto Apolodoro de Damasco fue terminado por encargo del emperador Adriano sobre un templo anterior solicitado por Marco Agripa, de ahí su denominación. Si nos centramos en el aspecto arquitectónico sin duda lo que más resalta del Panteón de Agripa es su impresionante cúpula semiesférica de 43,44 metros, siendo la más grande de hormigón en masa construida en la historia. En el centro de la cúpula se puede observar una abertura conocida como óculo que permite la entrada de luz natural hacia el interior del templo.
Hablar del Panteón de Agripa obliga a mirar a su cúpula, pero no podemos empezar la casa por el tejado, y es que lo primero que impresiona al visitante al llegar es el pronaos o pórtico que antecede al santuario. El primer vistazo nos ofrece una construcción con dos majestuosos grupos de columnas de granito bajo un frontón en el que encontramos la inscripción de Agripa en letras de bronce. Las columnas se dividen en dos filas, la primera con ocho elementos y el interior con dos filas de cuatro columnas que dividen el espacio en tres naves. Granito procedente de las canteras de Egipto y mármol llegado de Grecia son los materiales destinados a esta obra de arte.
La historia ha dado su aspecto actual al panteón y así en el siglo XV, se enriqueció con frescos, destacando especialmente el de La Anunciación, obra de Melozzo da Forlì, ubicada en la primera capilla a la derecha de la entrada. Su papel cogería mayor relevancia con el Renacimiento ya que a partir de ahí se utilizó también como sepulcro de las figuras artísticas más destacadas de Italia como Rafael o Vignola.
Con todo ello el Panteón de Agripa demuestra su importancia capital en el conjunto arquitectónico de Roma y su candidatura a figura de referencia junto al Coliseo y el Foro romanos. Tanto por historia como por supervivencia y por papel hoy día la actualmente conocida como basílica de Santa María y los Mártires puede competir de igual a igual en su relevancia histórica en una ciudad que merece ser vista con mil ojos.