Por qué no recordamos nuestros primeros años: así lo explica la ciencia

La amnesia infantil revela los misterios de por qué no recordamos nuestros primeros años.

Por qué no recordamos nuestros primeros años: así lo explica la ciencia
La ciencia nos ofrece un vistazo intrigante al por qué no recordamos nuestros primeros años, descubriendo los misterios que se esconden en las profundidades de la memoria infantil.
Publicado en Ciencia

Recordar momentos de nuestra infancia, especialmente los primeros años, a menudo parece una tarea difícil, ¿recuerdas tu primer cumpleaños? ¿O tu segunda fiesta de cumpleaños? La mayoría de las personas no pueden rememorar estos eventos, y este fenómeno se conoce como amnesia infantil. Aunque estos primeros recuerdos son cruciales y formativos, la ciencia sugiere que la incapacidad de recordarlos se debe a varios factores intrigantes.

La amnesia infantil

La amnesia infantil es la incapacidad común de los adultos para recordar eventos de la infancia, especialmente los primeros años. Aunque podríamos haber sido capaces de describir detalladamente eventos importantes hasta los tres años, con el tiempo, esos recuerdos tienden a desvanecerse y eventualmente desaparecer.

Los investigadores atribuyen este fenómeno a la alta tasa de rotación de recuerdos infantiles. Hasta los 3 años, los niños pueden recordar eventos significativos del último año, pero esta capacidad disminuye a medida que envejecen. A los 8 o 9 años, la mayoría solo puede recordar el 35% de las experiencias de la vida que describieron vivamente a los 3 años. Este cambio se debe a cómo se forman los recuerdos a medida que los niños crecen, almacenando memorias de manera más lineal y organizada en términos de tiempo y espacio.

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La amnesia infantil, como una neblina que cubre los primeros capítulos de nuestra historia, nos enseña que olvidar es parte esencial del arte de crecer.

Formación de recuerdos en bebés

Para entender por qué no recordamos nuestros primeros años, debemos explorar cómo se imprimen las experiencias en el cerebro durante la infancia. Los bebés dependen de la memoria semántica y episódica. La memoria semántica procesa ideas no extraídas de la experiencia personal, como nombres de colores. Por otro lado, la memoria episódica se deriva de la experiencia personal, como el primer día de escuela.

Aunque ambas memorias se almacenan en varias regiones de la corteza cerebral, no es hasta los 2 a 4 años que el hipocampo del cerebro integra todas estas regiones en una fuente centralizada de información. Este proceso permite a los niños y adultos recordar memorias a largo plazo. Sin embargo, durante los primeros años, el rápido crecimiento de nuevas neuronas en el hipocampo puede perturbar la formación y el acceso a los recuerdos.

Teorías sobre la amnesia infantil

Sigmund Freud acuñó el término «amnesia infantil» y sugirió que la incapacidad para recordar la infancia se debe a recuerdos reprimidos, destinados a protegernos de conflictos psicosexuales tempranos. Sin embargo, las investigaciones actuales sugieren otras explicaciones.

Sin embargo, la investigación contemporánea ha arrojado luz sobre otras perspectivas. Un estudio de neuropsicología reveló una interesante correlación entre la ambidestreza y la capacidad para recordar recuerdos de la infancia a edades más tempranas. Se especula que los individuos ambidiestros pueden aprovechar una comunicación más efectiva entre los hemisferios cerebrales, facilitada por el cuerpo calloso funcional a los 4 o 5 años, lo que podría mejorar la codificación y recuperación eficiente de recuerdos tempranos. Estas nuevas perspectivas desafían las ideas tradicionales sobre la amnesia infantil y destacan la complejidad de la relación entre la lateralidad cerebral y la formación de recuerdos en los primeros años de vida.

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Durante el sueño, los bebés construyen las primeras conexiones en sus pequeños cerebros, cimientos sólidos que se convertirán en los pilares para el desarrollo de la memoria y los recuerdos en los años venideros.

Etapas en la evolución de la memoria

Desarrollo del cerebro y la memoria desde el nacimiento hasta la adolescencia

Nuestro cerebro no está completamente desarrollado al nacer, y continúa creciendo y cambiando durante la infancia y la adolescencia. La amnesia infantil, a menudo atribuida a la falta de capacidad para formar recuerdos estables, se revela más compleja.

Memorias desde el nacimiento hasta los 3 años

Durante los primeros años, los bebés pueden formar tanto memorias implícitas (procedimentales) como explícitas (conscientes). Aunque la capacidad para retener información por períodos más largos mejora con el tiempo, la rápida producción de nuevas neuronas en el hipocampo podría contribuir a un mayor olvido en la infancia.

Desarrollo del cerebro en la adolescencia

A medida que avanzamos hacia la adolescencia, la corteza prefrontal, crucial para funciones ejecutivas como el control del comportamiento, experimenta cambios significativos. Este período de la vida se asocia con el «choque de reminiscencia»», donde los adultos recuerdan con mayor facilidad eventos de la adolescencia. La proliferación y poda de conexiones sinápticas en la corteza prefrontal contribuyen a la mejora de la memoria y funciones ejecutivas.

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En la efervescente etapa de la adolescencia, la memoria se convierte en un pilar de experiencias, capturando los momentos más vibrantes que esculpen la identidad en la transición hacia la adultez.

Mielinización y sinaptogénesis

La mielinización, que recubre los axones con mielina para acelerar la transmisión de señales, continúa hasta la adolescencia. La sinaptogénesis, la formación y eliminación de conexiones sinápticas, también experimenta una segunda fase durante la pubertad. Estos procesos mejoran la eficiencia de las conexiones existentes y son esenciales para la memoria.

Hitos de la memoria desde el nacimiento hasta la adultez

  • Nacimiento - 1 año: habilidad para recordar eventos por períodos cortos.
  • 1 - 2 años: mejora en la retención de eventos a lo largo del tiempo.
  • 2 - 3 años: mejora en la memoria declarativa (hechos y eventos).
  • 4 - 7 años: emergencia de la memoria prospectiva (recordar hacer cosas en el futuro).
  • 8 - 10 años: mejora en la recopilación de hechos y relaciones espaciales.
  • 10 - 12 años: mejora en la memoria a largo plazo y capacidad para suprimir conscientemente recuerdos.
  • 13 - 21 años: mejora en la memoria prospectiva y memoria de trabajo.
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En la niñez, los primeros destellos de la memoria comienzan a iluminar el camino de la vida, tejendo los cimientos de recuerdos que perdurarán como tesoros a lo largo de los años.

Amnesia infantil, neuronas espejo y efecto Mandela

Explorar la ciencia detrás de por qué no recordamos nuestros primeros años nos lleva a un fascinante viaje a través de varios fenómenos cognitivos. Desde la amnesia infantil, donde los recuerdos de la infancia tienden a desvanecerse, hasta la intrigante conexión social manifestada en el contagio de bostezos, impulsado por las neuronas espejo que facilitan la imitación y la empatía. Mientras evaluamos las neuronas espejo y su influencia en el comportamiento humano, nos encontramos también con el enigma del efecto Mandela, que revela la maleabilidad de la memoria incluso en la adultez. Estos fenómenos están entrelazados, ofreciendo una comprensión más profunda de cómo nuestras experiencias, desde la infancia hasta la madurez, moldean la forma en que recordamos y conectamos con el mundo que nos rodea.

¿A partir de cuándo tenemos recuerdos?

La formación de recuerdos comienza en la infancia, pero los recuerdos estables y conscientes generalmente no se desarrollan hasta alrededor de los 2 a 4 años de edad.

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