Se encuentra el primer fósil de ictiosaurio gigante preservado en tejidos blandos: tiene más de 180 millones de años

Un fósil de un enorme reptil marino de hace 183 millones de años ha surgido en una excavación y presenta tejido blando

Se encuentra el primer fósil de ictiosaurio gigante preservado en tejidos blandos: tiene más de 180 millones de años
Ilustración que muestra una pareja de ictiosaurios de enorme tamaño en los océanos del jurásico
Publicado en Ciencia

Durante millones de años, los océanos jurásicos albergaron criaturas cuyas dimensiones y adaptaciones desafían nuestra comprensión actual del mundo marino. Reptiles marinos gigantescos surcaban las aguas con una eficiencia que rivalizaba con los mamíferos actuales. Preservar tejidos blandos de organismos prehistóricos constituye uno de los mayores desafíos en paleontología. Materiales como piel, grasa o órganos internos se descomponen rápidamente, dejando únicamente estructuras óseas como testimonio del pasado.

Ciertos hallazgos, sin embargo, rompen todas las expectativas científicas. Condiciones excepcionales de fosilización pueden conservar detalles anatómicos que permanecían ocultos durante eones, revelando secretos biológicos impensables.

Tejidos blandos de ictiosaurio gigante emergen tras 183 millones de años

Tejidos blandos preservados de un ictiosaurio gigante han emergido de las profundidades del tiempo, según apuntan desde IFLScience, ofreciendo una ventana única hacia la anatomía de estos colosales reptiles marinos del Jurásico. Investigadores de la Universidad de Manchester descubrieron este espécimen extraordinario de Ichthyosaurus communis en una cantera de Gloucestershire. Mediante técnicas avanzadas de imagen, incluyendo tomografía computarizada y microscopía electrónica, han logrado revelar estructuras internas previamente desconocidas.

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Grasa corporal, piel y órganos internos permanecen intactos después de 183 millones de años, proporcionando evidencia directa sobre la fisiología de estos gigantes marinos. Análisis detallados revelan un corazón multicámara y redes vasculares complejas, confirmando teorías sobre su naturaleza de sangre caliente.

Por su parte, la capa de grasa preservada sugiere adaptaciones térmicas similares a las ballenas modernas. Esta característica habría permitido a los ictiosaurios mantener temperatura corporal estable en aguas oceánicas frías, crucial para su supervivencia en mares prehistóricos.

Condiciones excepcionales de fosilización explican esta preservación única. Sedimentos de grano fino con niveles bajos de oxígeno enterraron rápidamente el espécimen, mientras que la composición química del entorno rocoso previno la descomposición de materiales orgánicos.

Además, el fósil contiene evidencia de reproducción vivípara, con restos embrionarios preservados dentro de la cavidad corporal del adulto. Esto refuerza teorías previas sobre que los ictiosaurios daban a luz crías vivas en lugar de depositar huevos.

Reptiles terrestres ancestrales evolucionaron hacia formas completamente marinas, desarrollando cuerpos similares a delfines y capacidades natatorias excepcionales. Algunas especies alcanzaron longitudes superiores a 20 metros, dominando los ecosistemas oceánicos jurásicos. Colaboración internacional entre múltiples instituciones ha permitido este breakthrough paleontológico. Actualmente, el Museo de Historia Natural de Londres alberga el espécimen, donde permanecerá disponible para investigaciones futuras y exhibición pública, continuando revelando secretos de estos antiguos señores de los mares.

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