Trabaja solo dos días al año y gana 40.000 dólares por cambiar una bombilla. ¿El truco? Su trabajo es extremadamente peligroso

Un trabajo que parece demasiado bueno para ser verdad, pero que solo unos pocos valientes pueden realizar debido a los enormes riesgos que implica

Trabaja solo dos días al año y gana 40.000 dólares por cambiar una bombilla. ¿El truco? Su trabajo es extremadamente peligroso
Las torres de gran altura necesitan mantenimiento regular para asegurar su funcionamiento y evitar riesgos, especialmente en sistemas de iluminación y señalización
Publicado en Ciencia

Cambiar una bombilla es una de esas tareas domésticas tan simples que ni siquiera pensamos en ello. Sin embargo, hay una persona que se gana la vida haciéndolo… y de una manera que pocos se atreverían a probar. Kevin Schmidt, un técnico especializado en torres de telecomunicaciones, trabaja solo dos días al año y gana 40.000 dólares por subir a alturas vertiginosas para reemplazar una simple bombilla. Suena como un trabajo de ensueño, pero la realidad es que implica uno de los mayores riesgos laborales del mundo.

Un ascenso de vértigo

Schmidt trabaja para VIKOR, una empresa de infraestructuras con sede en Rapid City, SD, especializada en mantenimiento de torres de telecomunicaciones y energía. Su labor consiste en escalar estructuras de más de 450 metros de altura para cambiar las luces de advertencia que alertan a los aviones de la presencia de estas gigantescas torres. Sin su mantenimiento, las aeronaves podrían no verlas a tiempo, lo que haría que el peligro fuera aún mayor.

Cada ascenso es un desafío. A medida que sube, debe asegurarse constantemente con un arnés para evitar una caída mortal. Y no es solo la altura lo que hace que esta tarea sea tan peligrosa: el viento, el clima extremo y la fatiga juegan en su contra. Un error mínimo podría ser fatal.

El hecho de que una bombilla sea el motivo de tanto esfuerzo hace pensar en cuántas veces damos por sentada la existencia de la luz eléctrica. Aunque solemos atribuir la invención de la bombilla a Thomas Edison, lo cierto es que otros inventores ya habían trabajado en el concepto antes que él. De hecho, Joseph Swan desarrolló un modelo similar en Inglaterra casi al mismo tiempo. Edison, sin embargo, logró patentar un diseño más eficiente y práctico, lo que llevó a su comercialización a gran escala.

Hoy en día, las bombillas que Schmidt cambia no tienen mucho en común con aquellas primeras versiones. Son luces especiales de alta potencia diseñadas para resistir el viento, la lluvia y el frío extremo, y deben ser revisadas cada pocos meses para garantizar su funcionamiento.

Desafiando la gravedad

Cada vez que Schmidt sube a una de estas torres, no solo lucha contra el vértigo, sino contra una de las fuerzas más implacables del universo: la gravedad. Es la misma fuerza que nos mantiene anclados al suelo y que hace que los objetos caigan si no están sujetos. Sin embargo, en alturas extremas como las que él enfrenta, la percepción del equilibrio cambia y el más mínimo movimiento puede desestabilizar a una persona. Por eso, estos escaladores deben estar en una forma física impecable y contar con un control mental absoluto. Su trabajo es una mezcla de precisión, resistencia y valentía.

¿Realmente merece la pena?

A simple vista, trabajar solo dos días al año por 40.000 dólares parece una oferta difícil de rechazar. Sin embargo, Schmidt probablemente no depende solo de este trabajo. En Estados Unidos, ese sueldo anual no es especialmente alto, por lo que es probable que lo combine con otras actividades menos arriesgadas. Lo que está claro es que este no es un trabajo para cualquiera. Requiere habilidades físicas, entrenamiento intensivo y, sobre todo, una enorme resistencia psicológica para lidiar con la altura y el peligro constante.

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