Ya tenemos cuál era el secreto del hormigón romano: había que mezclarlo con esta sustancia salida de un volcán

Un yacimiento en Pompeya ha desvelado por fin el secreto de la longevidad del hormigón romano: una técnica de «mezcla en caliente» que le permitía autorreparar sus grietas y desafiar el paso del tiempo

Ya tenemos cuál era el secreto del hormigón romano: había que mezclarlo con esta sustancia salida de un volcán
Publicado en Ciencia

El hormigón del futuro podría inspirarse en una técnica de hace dos milenios. Lejos de ser una mera curiosidad histórica, el estudio del legendario cemento romano ha abierto la puerta al desarrollo de un hormigón moderno más sostenible y duradero. La empresa DMAT, fundada por el profesor Admir Masic, ya está trabajando en aplicar los principios de la ingeniería romana para revolucionar un sector, el de la construcción, que busca desesperadamente alternativas más ecológicas.

De hecho, la clave no reside en un ingrediente secreto, sino en un método que los científicos han bautizado como «mezcla en caliente». Los constructores romanos combinaban la cal con ceniza volcánica y otros áridos antes de añadir el agua, un proceso que generaba un calor muy intenso. Esta reacción daba lugar a la formación de los fragmentos de cal conocidos como clastos, unas pequeñas inclusiones que durante mucho tiempo se consideraron impurezas o errores de fabricación.

Un secreto conservado bajo las cenizas del Vesubio

En la práctica, eran precisamente estos clastos los que otorgaban al hormigón una asombrosa capacidad de autorrepararse. Cuando el agua se filtraba por las grietas de la estructura, disolvía la cal de estos fragmentos. La solución resultante fluía por las fisuras y, al secarse, recristalizaba, sellando el daño de forma natural. Tal y como publica la revista científica Nature Communications se trata de un mecanismo que se ve reforzado por la ceniza volcánica, cuyas partículas reaccionan con el tiempo para crear nuevos minerales que fortalecen la estructura.

Asimismo, el espaldarazo definitivo a esta teoría ha llegado desde un lugar inesperado: las ruinas de Pompeya. La erupción del Vesubio en el año 79 d.C. sepultó la ciudad y conservó la zona en un estado casi perfecto, lo que ha permitido a los investigadores analizar los materiales tal y como se preparaban en la antigüedad, ofreciendo una instantánea única de sus métodos constructivos. Este tipo de hallazgos arqueológicos demuestran que el Imperio todavía guarda muchos secretos, como el reciente misterio de por qué no paran de aparecer sandalias romanas de un tamaño gigantesco.

Por otro lado, este hallazgo, además, desmiente las indicaciones de Vitruvio, el célebre arquitecto romano. Sus escritos, considerados durante siglos la principal fuente sobre construcción romana, no mencionaban esta técnica de mezcla en caliente. Esto sugiere que el conocimiento práctico de los obreros y constructores iba un paso por delante de la teoría documentada por los grandes eruditos de la época.

Finalmente, detrás de esta investigación que reescribe parte de la historia de la ingeniería se encuentra un equipo del prestigioso MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), liderado por el propio Admir Masic. Los resultados completos del estudio, que confirman la genialidad de los constructores del Imperio validando así la importancia del descubrimiento

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