Los paleontólogos han encontrado un fósil de 19 millones años que revela secretos sobre un antiguo ave
Los paleontólogos han encontrado fósiles de urracas australianas de 19 millones de años muy lejos de casa y esto nos ha revelado una historia de cómo era la prehistoria en estos lugares

El estudio del pasado remoto de nuestro planeta a menudo nos revela conexiones inesperadas, tejiendo hilos entre continentes y épocas que parecían totalmente desconectados. Los fósiles, cápsulas del tiempo mineralizadas, son los narradores silenciosos de estas historias milenarias. Cada hueso, cada huella petrificada, encierra fragmentos de información crucial sobre la vida que prosperó en la Tierra hace millones de años. Nos hablan de ecosistemas vibrantes, de especies que evolucionaron, migraron o desaparecieron, y de cómo la geografía y el clima moldearon la diversidad.
Estas ventanas al pasado no solo satisfacen nuestra curiosidad científica, sino que también nos ofrecen perspectivas únicas sobre el mundo natural actual. Nos enseñan que la vida está en constante cambio y adaptación, revelando la profunda historia detrás de la biodiversidad que vemos hoy.
Un eco australiano en la Nueva Zelanda prehistórica de hace 19 millones de años
Investigaciones recientes han desvelado la existencia de un ave paseriforme de gran tamaño hasta ahora desconocida en el registro fósil de Nueva Zelanda. La identificación de sus restos ha revelado una sorprendente conexión: se trata de un pariente antiguo y cercano del actual currawong australiano, un ave similar a la urraca. Este hallazgo, datado en aproximadamente 19 millones de años, reescribe parte de lo que sabíamos sobre la avifauna prehistórica de la isla, según apuntan desde Springer Nature.
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El descubrimiento tuvo lugar en el yacimiento de St. Bathans, en la Isla Sur de Nueva Zelanda, un lugar reconocido por su rica colección de fósiles del Mioceno Temprano. Este nuevo fósil, bautizado como Miostrepera canora o currawong de St. Bathans, demuestra que el lazo entre la avifauna australiana y neozelandesa tiene raíces mucho más profundas de lo que se pensaba. Contrario a la creencia anterior de que Nueva Zelanda carecía de parientes de aves tan características de Australia como la urraca o el currawong, este hallazgo completa esa laguna en el registro.
La presencia de este pariente prehistórico también ofrece una perspectiva interesante sobre la historia ecológica de Nueva Zelanda. Sugiere que los ecosistemas de la isla han experimentado transformaciones significativas a lo largo de millones de años, mucho antes de la llegada de los humanos. De hecho, se estima que la extinción de este antiguo currawong se debió principalmente a cambios naturales en la vegetación, como la pérdida de árboles frutales, destacando que la composición biológica del territorio ha estado en flujo constante.