Como nadie quiere a este buque tóxico en sus puertos, su destino ha sido hundirse en alta mar

El gigantesco portaaviones tenía en su interior grandes cantidades de productos tóxicos.

Como nadie quiere a este buque tóxico en sus puertos, su destino ha sido hundirse en alta mar
El portaaviones Sao Paulo acabó hundiéndose a 350km de la costa brasileña. Imagen: Wikipedia
Publicado en Motor

São Paulo no es solo una de las ciudades más importantes de Brasil, también es el nombre de un gigantesco portaaviones. Este titánico buque surcó los mares por primera vez en 1960 como parte de la flota de la Marina Francesa. Era una de las embarcaciones más imponentes de su tiempo, con un enorme despliegue tecnológico y una eslora de 265 metros. En los 2000 pasó a manos brasileñas, bajo las que navegó durante más de 15 años. Después empezó su decadencia, y estos días hemos presenciado su hundimiento a manos de la propia Marina de Brasil.

¿Por qué hundiría Brasil su propio portaaviones? La respuesta es muy sencilla: porque nadie quiere atracarlo en sus puertos. Desde hace unos años, el São Paulo se ha convertido en una amenaza para el medio ambiente, ya que almacenaba en su interior grandes cantidades de productos tóxicos, como toneladas de amianto y asbestos, que son productos químicos muy dañinos para los ecosistemas.. Pronto se convirtió en una auténtica bomba medioambiental, y ningún país quería tenerla cerca. En un mundo con una revolución en el mundo del motor y barcos, aviones y coches eléctricos a bajo precio, este monstruo contaminante no tenía ningún sentido.

Sao Paulo

Este portaaviones tenía 265 metros de eslora y pesaba cerca de las 33.000 toneladas. Imagen: Wikipedia

En verano de 2022, una empresa turca adquirió el barco para desmantelarlo, pero su travesía desde aguas brasileñas no fue como esperaban. Al llegar a Gibraltar, al São Paulo se le denegaron los permisos para atracar en las costas europeas, por lo que no pudo cruzar el estrecho y navegar por el mediterráneo hasta Turquía. Tras una pesadilla burocrática, el barco acabó zarpando de vuelta a Brasil, cruzando el Atlántico de nuevo.

Más que un barco, un zombie viviendo en el tiempo de descuento

El barco ya no estaba en condiciones de fondear, era prácticamente un "zombie" buscando a alguien que acabase con su sufrimiento. El problema es que ese alguien no daba aparecido, y sus 33.000 toneladas no tenían espacio en ningún puerto.

Ante la imposibilidad de hacer nada con él, la Marina de Brasil, tomó la decisión más drástica, hundirlo. A esperas de la decisión final del gobierno, el portaaviones permaneció a aproximadamente 300 kilómetros de la costa de Brasil. A pesar de las presiones por parte de colectivos ecologistas como la Agencia Ambiental de Brasil (IBAMA), nada se pudo hacer para evitar el ultimátum.

La Marina desplegó un equipo de submarinistas para instalar cargas en la parte inferior del barco, para llevar a cabo una detonación controlada. El São Paulo se hundía el pasado viernes 350 kilómetros de las costas brasileñas, en una zona de más de 5.000 metros de profundidad.

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