España tuvo el coche más rápido del mundo, podía alcanzar los 240 kilómetros por hora y superó a Ferrari

El gobierno español decidió potenciar la industria automovilística a finales de 1940 y el resultado fue el Pegaso Z 102.

España tuvo el coche más rápido del mundo, podía alcanzar los 240 kilómetros por hora y superó a Ferrari
El Pegaso Z 102 podía superar los 240 kilómetros por hora y tenía una fuerza de más de 200 caballos
Publicado en Motor

Quizá este coche del que vamos a hablar hoy no esté entre los 9 más rápidos del mundo, pero en su época fue revolucionario. Estamos refiriéndonos al Pegaso Z 102, un vehículo que fue resultado de la decisión del gobierno español de crear y potenciar la industria automovilística hispana a finales de 1940. Una industria que acabaría fabricando clásicos como el Seat 600 o el Seat 1430.

A principios de este año, tal y como informaba AutoBild, un coche fabricado en España fue subastado y alcanzó un precio cercano al medio millón de euros. El vehículo vendido a un anónimo postor era un bonito a la vez que raro Pegaso Z 102, un coche que logró ser el más rápido del mundo superando a marcas como Ferrari, Aston Martin, Porsche y Jaguar.

El Pegaso Z 102 fue el deportivo más rápido del mundo

El coche vendido tenía detrás una historia increíble. Todo se remonta al periodo conocido como el Primer Franquismo (1939-1959), cuando España pasaba muchos apuros económicos. En estos años el gobierno del país decidió potenciar la industria nacional y en este proceso se incentivó el diseño de automóviles. Así el 1 de mayo de 1946 nació el Centro de Estudios Técnicos de Automoción y ENASA.

Ambos organismos, tomando como base la histórica Hispano Suiza; que había fabricado alguno de los coches y motores más lujosos por aquel entonces, se centraron en el diseño de autobuses y camiones. Sin embargo, el ingeniero catalán Wifredo Ricart, que se puso al frente de ENASA tenía más ideas que hacer grandes vehículos: construir un coche que se convirtiera en símbolo del progreso tecnológico español.

Ricart se puso manos a la obra y en 1948 su trabajo se tradujo en la creación de un turismo con prestaciones muy interesantes. No sería hasta el 20 de septiembre de 1951 cuando la compañía presentó de manera oficial cinco prototipos en Barcelona y un mes más tarde debutó en el Salón del Automóvil de París. Allí, en el país galo fue aclamado como “pura joya de la mecánica”.

¿Qué tenía el Pegaso Z 102 para ser aplaudido de esta manera? Pues nada menos que un motor V8, doble árbol de levas, lubricación por cárter seco y giraba hasta las 8.000 vueltas. A esto se unía otras características como el diferencial autoblocante y los motores de 2.5, 2.8 y 3.2 litros que alcanzaban los 208 y 218 caballos. Además, se añadía el volante con regulación para que el conductor encontrara la mejor postura para conducir. Una innovación en la época.

Con tales características internas no fue raro que a mediados de 1950 el Pegaso Z 102 consiguiera distintos récords de velocidad y fuerza que le llevaron a los primeros puestos mundiales. Así, de esta manera, Wifredo Ricart demostró que la mecánica que se hacía en España era de primer nivel, y eso que los materiales estaban limitados.

La historia de este coloso del automovilismo acabó en 1957 cuando se cerró la producción con 86 ejemplares fabricados. Con un precio de 450.000 pesetas se vendía a personas muy selectas, ya que en aquella España gris y que dejaba el hambre atrás poco a poco nadie tenía esa fortuna para adquirir un deportivo de esta clase. Sin embargo, el motor del Pegaso Z 102 resuena en la historia del país.

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