LFP, las baterías que pretenden hacer competitiva la apuesta de las marcas europeas frente a los coches chinos
¿Por qué China está teniendo tanto éxito en la industria del coche eléctrico? Los fabricantes convencionales están reaccionando ya mediante la fórmula de las baterías LFP.

¿Ha subestimado la industria convencional del automóvil a China en lo que se refiere a la capacidad de electrificación? El país asiático ha sabido desarrollar esta nueva tecnología con una gran competitividad, exportando modelos avanzados tecnológicamente por todo el mundo. Los fabricantes tradicionales no han logrado anticipar este movimiento, por lo que han intentado reaccionar demasiado tarde. En la actualidad, encontrar coches eléctricos de fabricación europea a bajos precios parece algo impensable.
La solución a esta problemática la tiene, sin duda alguna, la tecnología de baterías LFP. Se trata de una alternativa que destaca, principalmente, por la disposición de una menor cantidad de cobalto, una materia prima que depende, en gran medida, de la situación geográfica de su lugar de extracción. Esto limita la competitividad por las dudas que se generan en determinados momentos. Este tipo de batería, por tanto, será clave para que fabricantes convencionales, como Stellantis, vuelva a ser competitivos nuevamente.
Las baterías de ferrofosfato como alternativa a las convencionales NMC
En la actualidad, las baterías NMC siguen siendo las preferidas de la industria. Esto es así porque se dispone de una mayor autonomía al contar con una mayor densidad de energía. Este factor resulta ser interesante, ya que permite disfrutar de automóviles más interesantes desde el punto de vista de la innovación. Sin embargo, hay un problema que afecta, sobre todo, al producto eléctrico. El principal inconveniente de esta tecnología es que estas baterías tienen un precio poco competitivo respecto de las de ferrofosfato (LFP).
China ha preferido renunciar a cierta autonomía disponible con el objeto de eliminar ciertas materias primas. Esta apuesta parece estar dando muy buenos resultados, ya que se está viendo un gran desarrollo en el mercado con el paso del tiempo. La reducción significativa del cobalto permite contar con una cadena de valor mucho más sensata en cuanto a precio, por lo que se pueden hacer estimaciones de ingresos más estables. Los fabricantes chinos están apostando por esta tecnología debido a sus múltiples beneficios.
Tesla, por ejemplo, hace un tiempo que decidió integrar también la tecnología de baterías LFP en parte de su gama de automóviles. La caída de la autonomía apenas se traduce en unas decenas de kilómetros por cada ciclo de carga, algo que compensa teniendo en cuenta la ausencia del cobalto en el cátodo. Stellantis, el mayor holding automovilístico en el mercado, ha comenzado a implementar este modelo de batería para ser más competitivo. El mejor ejemplo de ello nos lo muestra el nuevo Citroën ë-C3.
Este Citroën ë-C3 destaca por tener un precio de partida que se situará por debajo de los 25.000 euros. Salvo el Dacia Spring, se trata de la opción más interesante que podemos encontrar en el mercado en términos de relación calidad-precio. Gracias a la introducción de la batería LFP, se ha podido integrar una batería más barata. Es cierto que este movimiento puede resultar algo engañoso desde el punto de vista de la calidad, pero lo cierto es que la caída en la autonomía es mínima en el día a día respecto al ahorro que se consigue.
Volkswagen es otro de los ejemplos que también ha visto comprometida su posición en el mercado. Por este motivo, ha decidido incorporar un conjunto de baterías de ferrofosfato en su futuro I.D 2, un modelo urbanita que podría aterrizar en algún momento de 2024. Se trata de movimientos muy interesantes que permiten comprender la reacción del mercado convencional frente a la llegada a mansalva de los fabricantes de origen chino.