Amazon expulsa a Perplexity y desata el primer gran conflicto legal entre una IA y un gigante del e-commerce

Perplexity denuncia que Amazon busca frenar la innovación para proteger su negocio publicitario.

Amazon expulsa a Perplexity y desata el primer gran conflicto legal entre una IA y un gigante del e-commerce
Publicado en Tecnología
Por por Alex Verdía

La guerra por el control del comercio digital ha entrado en una nueva fase. Amazon ha exigido oficialmente a Perplexity, la empresa detrás del buscador de inteligencia artificial del mismo nombre, que retire su asistente de compras Comet de su plataforma. La decisión se produce tras varias advertencias de que el sistema violaba los términos de servicio de Amazon al no identificarse como un agente automatizado. En respuesta, Perplexity ha publicado una contundente entrada en su blog titulada “Bullying is not innovation” (“La intimidación no es innovación”), en la que acusa a Amazon de abuso de poder y de intentar frenar la innovación en inteligencia artificial.

Una disputa que define las reglas del futuro digital

El conflicto gira en torno a una cuestión esencial: ¿pueden los agentes de IA actuar en nombre de los usuarios sin declararse como tales? Perplexity defiende que sí. Según su interpretación, si un usuario da una orden a su asistente para comprar un producto en Amazon, el agente solo está ejecutando la voluntad humana y, por tanto, tiene los mismos permisos que tendría el propio usuario. De este modo, argumenta la compañía, no debería ser necesario que el bot se identifique como un ente distinto.

Amazon, sin embargo, no lo ve así. En su respuesta pública, el gigante del comercio electrónico recordó que otros intermediarios digitales siempre deben actuar de manera transparente e identificable. Si una app hace un pedido en nombre de un cliente a un restaurante, o reserva un vuelo a través de una aerolínea, deja claro quién realiza la gestión. Por tanto, Amazon considera que Perplexity debe hacer lo mismo si quiere operar en su plataforma. “Los servicios de terceros que compran en nombre de los clientes deben actuar de forma abierta y respetar las decisiones de los proveedores sobre si desean participar o no”, afirmó la compañía.

Detrás de este aparente debate técnico late una lucha por el control del acceso al consumidor. Amazon no solo protege su ecosistema comercial: también su sistema publicitario y de recomendación de productos. Un asistente de IA como Comet, encargado de hacer compras de manera objetiva y directa, podría eliminar los incentivos publicitarios que impulsan las ventas impulsivas. Como ironizaba el texto de Perplexity, “un bot que compra una cesta de la ropa no se dejaría tentar por un libro en oferta o unos auriculares con descuento”. En otras palabras, los algoritmos de Amazon están diseñados para maximizar la venta, no para ahorrar al usuario dinero o tiempo, y un agente externo rompe esa lógica.

El conflicto también remite a un antecedente reciente. Hace unos meses, Cloudflare acusó a Perplexity de “raspar” páginas web, es decir, de acceder a contenido protegido, a pesar de las peticiones explícitas de algunos sitios de no permitir bots de IA. En aquella ocasión, la polémica se centró en si Perplexity estaba violando las normas o simplemente actuando como lo haría cualquier navegador cuando un usuario visita una web. La situación actual, con Amazon, lleva ese debate un paso más allá: ¿cómo se debe regular la interacción entre empresas cuando las acciones humanas empiezan a ser delegadas a inteligencias artificiales?

En la práctica, Amazon podría permitir que Comet vuelva a operar en su tienda si cumple una condición simple: declararse como agente automatizado. Pero aceptar esa cláusula significaría reconocer un precedente legal que podría marcar la relación futura entre las IAs y las plataformas digitales. Amazon, con su propio asistente de compras llamado Rufus, tiene además un claro interés en controlar este terreno antes de que los competidores lo hagan. Si logra imponer su modelo, cualquier asistente externo deberá someterse a sus reglas o quedar fuera del mercado.

Por su parte, Perplexity sostiene que este enfrentamiento no solo afecta a una empresa, sino a todos los usuarios de internet. Si Amazon consigue vetar a los agentes de IA que no le resulten convenientes, podría sentar las bases de un ecosistema digital cerrado, donde cada gigante tecnológico determine quién puede o no interactuar con sus servicios. En ese escenario, la promesa de un internet abierto y colaborativo quedaría relegada a la historia.

El caso refleja con nitidez el dilema que afronta el sector tecnológico: la era de los agentes autónomos ha comenzado, pero sus reglas aún no están escritas. A medida que los consumidores confían más en asistentes que toman decisiones por ellos (ya sea para comprar, reservar o informarse), los intereses de las plataformas, los usuarios y las IAs se entrecruzan en un terreno sin jurisprudencia clara. Amazon puede tener la ley de su lado hoy, pero Perplexity podría tener el futuro. Lo que está en juego no es solo una carta legal, sino la libertad de las inteligencias artificiales para actuar en nombre de las personas en la economía digital que viene.

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