De Valencia a Silicon Valley: Maisa AI busca liderar la nueva ola de automatización empresarial

Su propuesta se basa en agentes digitales responsables y trazables, una alternativa frente al 95% de proyectos de IA que fracasan.

De Valencia a Silicon Valley: Maisa AI busca liderar la nueva ola de automatización empresarial
Publicado en Tecnología
Por por Alex Verdía

El entusiasmo por la inteligencia artificial generativa ha llevado a miles de empresas a probarla en sus operaciones, pero la realidad es demoledora: el 95% de los proyectos piloto terminan fracasando. Procesos mal integrados, alucinaciones de los modelos y falta de confianza en los resultados hacen que, tras la inversión, las organizaciones se encuentren con más frustración que beneficios. Frente a este panorama, surge Maisa AI, una joven compañía con doble sede en Valencia y San Francisco que apuesta por una idea clara: la automatización empresarial no puede basarse en cajas negras, sino en agentes digitales responsables, auditables y transparentes.

La empresa acaba de levantar 25 millones de dólares en una ronda semilla liderada por Creandum, con el objetivo de consolidar Maisa Studio, su plataforma para desplegar lo que llaman “trabajadores digitales”. Estos agentes no se limitan a generar respuestas rápidas como ChatGPT, sino que construyen procesos detallados y supervisables, lo que Maisa denomina chain-of-work. El CEO, David Villalón, lo resume así: “En lugar de usar IA para dar una respuesta, la usamos para construir el camino que lleva hasta esa respuesta”. Una apuesta que, según sus fundadores, es la clave para que la inteligencia artificial pueda aplicarse en tareas críticas de sectores como banca, energía o automoción.

Una apuesta por la confianza en un mercado saturado

Maisa no ha nacido de un caso de uso específico, sino de un problema técnico: la incapacidad de confiar en modelos de IA que inventan información. Sus fundadores, David Villalón y Manuel Romero, ya lo habían experimentado en la startup española Clibrain y decidieron atacar de raíz la cuestión. De ahí surgieron HALP (Human-Augmented LLM Processing), un sistema donde la IA explica paso a paso sus intenciones para que un humano supervise, y la KPU (Knowledge Processing Unit), que reduce las alucinaciones con un enfoque determinista. Estas innovaciones convierten a Maisa en una alternativa más sólida frente a las plataformas masivas y gratuitas que hoy arrasan entre desarrolladores.

El contraste con estas plataformas es clave. Mientras millones de usuarios prueban herramientas como Cursor o Lovable en modo freemium, Maisa ha apostado por un enfoque “enterprise-first”, orientado a compañías que necesitan fiabilidad y trazabilidad. Hoy ya tiene clientes en producción, como un gran banco y empresas de automoción y energía. Esta estrategia explica por qué, aunque su base de usuarios es pequeña, logra cerrar acuerdos en sectores regulados que exigen confianza absoluta en cada proceso. No sorprende que entre sus inversores se encuentre Forgepoint Capital International, a través de una joint venture con Banco Santander, un guiño claro al potencial que ven en servicios financieros.

La compañía, que ya había levantado 5 millones en 2024 con fondos de San Francisco como NFX y Village Global, planea duplicar su equipo actual hasta alcanzar unas 65 personas en 2026. Según Villalón, el crecimiento fuerte comenzará a finales de 2025, cuando empiecen a atender a su lista de espera. “Vamos a demostrar al mercado que hay una empresa entregando lo prometido, y que funciona”, afirma convencido.

Lo que propone Maisa va más allá de mejorar la eficiencia. Si tiene éxito, significará que la inteligencia artificial podrá entrar en procesos críticos sin que las empresas vivan con miedo a fallos invisibles. Para los usuarios de a pie, esto se traduce en servicios bancarios más seguros, gestiones energéticas más fiables o incluso procesos industriales con menos margen de error. Y, en un contexto en el que la mayoría de iniciativas de IA no prosperan, que exista una compañía que pone la confianza en el centro puede marcar un antes y un después en cómo adoptamos estas tecnologías.

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