Esta aerolínea ha sido acusada de usar IA para inflar sus precios. Los responsables lo han negado todo
Imagina que tu vuelo cambie si lo buscas desde un IPhone caro.

¿Te has preguntado alguna vez por qué el precio de un billete de avión cambia tanto según el día, la hora o incluso el dispositivo desde el que lo buscas? Pues imagina lo que pasa cuando metes a la inteligencia artificial en la ecuación. De todas las webs que tienes a tu disposición para planear tu viaje, esta polémica esta protagonizada por Delta Air Lines.
Durante semanas, la aerolínea estadounidense ha estado en el punto de mira por su nuevo sistema de fijación de precios basado en IA. Las redes ardían, los medios se hacían eco y los políticos en Estados Unidos no tardaron en exigir explicaciones. ¿La acusación? Que Delta estaba utilizando datos personales de los usuarios para inflar precios de forma individualizada, una práctica que muchos consideran abusiva o directamente discriminatoria.
Presionados por las críticas, e incluso por una carta oficial del Congreso estadounidense, Delta ha salido al paso para defenderse. En una carta firmada por Peter Carter, jefe de asuntos públicos de la empresa, niegan tajantemente que se usen datos personales para ajustar los precios individualmente.
“No hay ningún producto de tarifas en Delta —ni pasado, ni presente, ni en desarrollo— que utilice datos personales para aplicar precios individualizados,” asegura Carter. Según la compañía, todo es mucho más inocente (y menos sofisticado) de lo que parece.
Entonces, ¿qué hace exactamente la IA?
Delta dice que su sistema analiza datos agregados, no personales, para detectar patrones de compra, nivel de demanda, promociones de la competencia, costes de operación (como el precio del combustible), y así ajustar precios de forma más eficiente y dinámica. Por ejemplo, si otra aerolínea lanza una oferta para una ruta similar, el sistema puede recomendar bajar el precio. O si sube el coste del queroseno, la IA puede sugerir aumentos.
El miedo a la “tarificación individualizada” no es nuevo. Se ha hablado de ello en e-commerce, en seguros de coche, en salud... Y ahora, en el transporte aéreo. El problema no es la IA en sí, sino cómo se usa.
La ley que algunos congresistas estadounidenses están promoviendo —la Stop AI Price Gouging and Wage Fixing Act— busca precisamente evitar este tipo de prácticas. Temen que los algoritmos se conviertan en herramientas para exprimir al consumidor más vulnerable: el que no puede esperar a comprar, el que no tiene tiempo para comparar, o el que viaja por necesidad.
Por eso, aunque Delta niegue haber cruzado la línea, la polémica sirve como advertencia para todo el sector: si vas a usar IA para fijar precios, más te vale explicarlo claro, y demostrar que no estás perjudicando a nadie.
Si alguna vez has sentido que el precio de un vuelo se disparaba solo porque lo miraste dos veces… quizá no estabas tan desencaminado. Aunque Delta diga que no personaliza precios, lo cierto es que el mercado se está moviendo hacia modelos cada vez más dinámicos y automatizados. Y eso cambia las reglas del juego. La clave está en ser un consumidor informado. Borrar cookies, comparar precios en modo incógnito, usar plataformas de terceros para hacer búsquedas… todo ayuda a protegerse frente a posibles sesgos o “microajustes” algorítmicos.