Antiguos excrementos sirven para conocer de cerca a los mexicanos de hace 1.300 años
Un estudio genético de esos restos muestra claves históricas acerca de la vida cotidiana hace más de un milenio
El pasado de ser humano no solo se escribe en piedras talladas, huesos enterrados o cerámicas decoradas. A veces, la mejor fuente de información puede ser algo mucho más sencillo, aunque habitualmente también mucho más repelente: restos de excrementos. Cuando la ciencia decide echar un vistazo ahí, el resultado es un viaje inesperado a la vida de una civilización perdida.
El legado invisible de los antiguos mexicanos
Un equipo internacional liderado por Drew Capone, profesor del Departamento de Salud Ambiental y Ocupacional de la Universidad de Indiana, ha publicado un artículo en la revista científica PLOS One en el que explica cómo ha logrado extraer y analizar ADN de diez muestras de heces humanas secas, conservadas durante más de 1.000 años en la llamada Cueva de los Muertos Chiquitos, en México.
Los restos, que datan de entre hace 1.100 y 1.300 años, parecen haber hecho las veces de cápsulas biológicas, permitiendo que los investigadores se asomen a la salud intestinal de los antiguos habitantes de la región: la cultura Loma San Gabriel. Los resultados, según el comunicado publicado en EurekAlert, han sorprendido incluso a los investigadores.

Imagen de los excrementos hallados en la Cueva de los Muertos Chiquitos
Entre los parásitos detectados aparecen protozoos como el Blastocystis y varias cepas de la bacteria Escherichia coli, jamás identificados antes en heces arqueológicas. También se encontraron rastros de Enterobius vermicularis, un tipo de parásito humano que sirve para confirmar que las muestras pertenecen a seres humanos.
Este hallazgo refuerza la idea de que la vida de los habitantes de la zona estaba marcada por habituales infecciones intestinales y por condiciones higiénicas muy deficientes. Dicho de otro modo, las diarreas, los dolores abdominales y los parásitos eran compañeros habituales de quienes habitaban la región mesoamericana. Por el momento, el estudio solo cuenta con apenas diez muestras, con lo que los propios autores admiten que serán necesarias futuras investigaciones para poder acercarse de manera más exhaustiva a la salud intestinal de aquella cultura.
Drew Capone explica que "trabajar con estas antiguas muestras fue como abrir una cápsula del tiempo biológica, cada una de las cuales revelaba información sobre la salud humana y la vida cotidiana de hace más de mil años". Joe Brown, coautor del estudio, destaca que "existe un gran potencial en la aplicación de métodos moleculares modernos para informar los estudios del pasado".
Estos análisis, como conclusión, son una ventana a un pasado que no parece haber desaparecido del todo, ya que muchas de las infecciones halladas siguen presentes hoy en comunidades con escaso acceso a saneamiento básico. Los excrementos de la Cueva de los Muertos Chiquitos se han convertido en un archivo genético de la humanidad. A pesar de ser un rastro menos amable de lo que nos gustaría, nos ayuda a entender quienes hemos sido.