Comer queso podría prevenir esta enfermedad asociada al cerebro, aunque existen algunos matices que debes conocer
Una investigación sueca asocia el queso graso con una mejor salud cerebral, aunque existen riesgos de realizar interpretaciones erróneas
Un reciente estudio, publicado en la revista científica Neurology, parece haber encontrado una curiosa relación entre el consumo diario de queso y nata con alto contenido de grasa y un menor riesgo de aparición de una enfermedad asociada a procesos del cerebro. Sin embargo, no estamos ante una recomendación ciega para consumir queso a destajo, sino que hay que conocer los hechos y el criterio científico.
Los beneficios del queso en la salud
La investigación, según la información publicada en la página web de la Universidad de Lund, siguió a 27.670 adultos durante 25 años y detectó que quienes consumían al menos 50 gramos de queso graso al día tenían un riesgo entre un 13 % y un 17 % menor de desarrollar Alzheimer, si no portaban la variante genética de riesgo APOE e4, y hasta un 29 % menos de desarrollar demencia.
Además, el consumo diario de unos 20 gramos de nata con alto contenido graso también se asoció a pequeñas reducciones del riesgo global de demencia. Sin embargo, estos resultados no son la prueba definitiva de que el queso es la mejor medicina contra la demencia. Algunos expertos insisten en que no existe una relación demostrada de causalidad para afirmar que fue el queso o la nata lo que protegió directamente el cerebro.
Entre los posibles errores registrados en el estudio, parece que las dietas fueron recogidas a partir de cuestionarios y diarios de alimentación al inicio de la investigación. Este método puede inducir a errores de memoria o a cambios en los hábitos a lo largo de los años. Las variaciones en la alimentación, con el paso del tiempo, pueden sesgar los resultados, según la información publicada en Science Alert.
También es posible que los resultados no se deban al queso en sí, sino a lo que sustituye en la dieta. Por ejemplo, quienes comen más queso y nata podrían estar consumiendo menos carne procesada u otros alimentos menos saludables. En ese caso, la reducción del riesgo de demencia tendría más que ver con lo que se deja de comer que con los lácteos.
Y el contexto personal también importa. Los datos muestran que las personas que consumían más queso graso solían tener un mayor nivel educativo, menos sobrepeso y menos problemas como hipertensión o diabetes. Todos estos factores, por separado, ya influyen en el riesgo de demencia, con lo que es más difícil saber qué parte del efecto corresponde realmente a la dieta.
Además, no todos los lácteos se comportan igual. El estudio no encontró una relación clara entre el riesgo de demencia y el consumo de leche, mantequilla, yogur o kéfir. Esto indica que el posible efecto protector no puede extenderse a todos los productos lácteos ni a todas las grasas. Es por ello que los expertos insisten en observar el conjunto de la alimentación y el estilo de vida, no solo alimentos aislados.
Lo que sí sabemos que es que dietas como la mediterránea, con abundancia de frutas, verduras, pescado y grasas saludables, cuentan con pruebas más sólidas de beneficio para la salud cerebral. En definitiva, este estudio aporta pistas interesantes, pero no justifica comer queso sin control. Y si algo provoca es hacernos nuevas preguntas y reforzar la necesidad de seguir investigando.