El presidente del consejo de administración de Voyager Technologies lo tiene claro: las estaciones espaciales privadas son viables
La cuenta atrás para el relevo de la EEI avanza y las empresas ya pelean por un negocio que empieza a atraer grandes inversores
La Estación Espacial Internacional se despedirá de nuestra órbita en el año 2030 y la NASA quiere evitar un vacío más que esperado. Es por eso que se está acelerando la elección de sus futuras estaciones espaciales privadas. En ese proceso destaca Voyager Technologies, que gana visibilidad con su proyecto Starlab y con la entrada de grandes fondos financieros tradicionales.
Por qué Voyager Technologies cree que las estaciones espaciales privadas sí pueden funcionar
Lo primero de todo, ¿por qué se habla de futuras estaciones espaciales privadas? Se habla en plural porque la NASA no quiere depender de una sola estación espacial, sino de varios proyectos privados que compitan y puedan ofrecer diferentes servicios. Ahora mismo, son cuatro los candidatos, Axiom Space, Voyager Technologies, Blue Origin y Vast, y la agencia prevé seleccionar más de uno para evitar monopolios y tener alternativas si un proyecto falla o se retrasa.
En este contexto, hemos podido comprobar la ambición de Dylan Taylor, presidente del consejo de administración de Voyager Technologies, en una reciente entrevista publicada en Ars Technica. Todo parte de la reciente entrada de Janus Henderson, un inversor global de primera línea. Este logro demuestra que la idea de una estación espacial comercial no es una promesa lejana, sino un negocio que un inversor tradicional considera sólido y con futuro. Janus parece que apostó por la compañía por la solidez de su diseño y la coherencia de su plan de negocio.
Las cifras del proyecto son enormes, incluso para el sector espacial. El presidente del consejo de administración de Voyager Technologies afirma que "el coste de diseñar, fabricar y lanzar Starlab será de aproximadamente 2.800 a 3.300 millones de dólares", de los que la NASA cubrirá unos 700 millones en la siguiente fase. Aun así, Dylan Taylor dice que financiarse no es un problema, ya que hace poco reunieron 430 millones en dos días, lo que muestra que los inversores confían en su plan.
Mientras tanto, Voyager Technologies sigue cumpliendo el acuerdo, dentro del programa Commercial LEO Destinations, con la NASA y ya ha completado 27 hitos para afrontar una revisión clave de diseño en diciembre. Además, ha cambiado parte de su producción, trasladando la fabricación de la estructura a Luisiana y sumando a la empresa Leidos para reforzar las pruebas.
El plan sigue fijado para 2029. Dylan Taylor afirma que está "completamente seguro de que la Starship estará lista para funcionar cuando estemos listos para el lanzamiento". Pero, si hiciese falta, el cohete New Glenn sería otra opción viable. Lo que sí puede afectar al calendario es la elección de la NASA en la Fase 2, que podría retrasarse hasta el verano de 2025. El rumbo final del programa dependerá del próximo administrador de la agencia espacial, que podría ser Jared Isaacman.

Recreación de la estación espacial Starlab
Su perfil, según el presidente del consejo de administración de Voyager Technologies, es favorable a las soluciones comerciales para futuras estaciones espaciales. Para él, esa claridad es la clave: saber qué quiere la NASA, cuándo lo quiere y bajo qué condiciones. El mercado, dice, ya se encargará del resto.
Sí, hay clientes más allá de la NASA. Muchos países quieren enviar astronautas y universidades y empresas ya están pidiendo más plazas de las que Starlab podrá ofrecer. La estación tendrá la misma capacidad científica que la Estación Espacial Internacional y la demanda supera lo previsto. En el fondo, la carrera no es solo tecnológica, sino que es la búsqueda de liderazgo en la nueva etapa de la órbita baja.