Esta estrella desapareció hace más de 130 años y se convirtió en un misterio. Ahora la hemos encontrado

Un error humano, la luz del amanecer y un telescopio explican uno de los enigmas astronómicos más antiguos que se recuerdan

Esta estrella desapareció hace más de 130 años y se convirtió en un misterio. Ahora la hemos encontrado
El misterio de la observación de una estrella desaparecida hace más de un siglo ha sido resuelto
Publicado en Ciencia

Durante más de 130 años, la astronomía tenía una pequeña espina clavada en su historia. En 1892, Edward Emerson Barnard, uno de los astrónomos más destacados de su tiempo, creyó haber visto una estrella brillante muy cerca de Venus. La observación fue tan clara que era visible con instrumentos no demasiado especializados. Sin embargo, aquella estrella no aparecía en ningún catálogo. Y cuando Edward volvió a buscarla, ya no había rastro de ella.

La estrella que desapareció durante más de un siglo

Durante años, este acontecimiento intrigó al astrónomo. Tanto es así que en el año 1906 publicó un breve artículo titulado Una observación inexplicada, en el que admitía que no encontraba ninguna explicación convincente. Y no estamos hablando de un simple aficionado a la astronomía, sino de un científico que ese mismo año había conseguido descubrir Amaltea, la quinta luna de Júpiter, casi tres siglos después de Galileo. En definitiva, si alguien sabía mirar el cielo, era él.

Las hipótesis se fueron acumulando con el tiempo. Algunos científicos afirmaban que pudo ser un asteroide lo que vio el señor Barnard, mientras que otros pensaron en una estrella que habría aumentado temporalmente su brillo. Además, no se descartó que se hubiese producido un fenómeno conocido como fantasma óptico, es decir, un reflejo del propio Venus dentro del telescopio. Sin embargo, ninguna explicación terminaba de encajar.

Retrato de Edward Emerson Barnard

Retrato de Edward Emerson Barnard

Y esto se quedó en el limbo hasta diciembre de 2024, cuando un grupo de astrónomos, profesionales y aficionados, decidió revisar el caso con herramientas modernas, pero reproduciendo las condiciones originales. Tras descartar una por una las hipótesis históricas, uno de los miembros del equipo, el ingeniero óptico Roger Ceragioli, decidió probar de nuevo la teoría del reflejo.

Los investigadores observaron Venus al amanecer, tal y como había hecho Edward, y usaron un telescopio equipado con un ocular antiguo, similar a los de finales del siglo XIX. El resultado les sorprendió, ya que allí apareció una estrella claramente visible, pese a que la literatura indicaba que su brillo real era solo de magnitud 8. Entonces, tenemos una estrella de un brillo mayor en directo que en los libros de ciencia. ¿Cómo es esto posible?

La explicación, tal y como se afirma en el artículo publicado en la revista científica Journal of Astronomical History and Heritage, era realmente sencilla. Barnard no vio una estrella que desapareció, sino una que siempre estuvo allí. En realidad, se trataba de una estrella bastante débil que, al observarse al amanecer y muy cerca de Venus, parecía más brillante de lo que era. Y si añades que no tenía otras estrellas cercanas con las que comparar su luz y que estaba empezando a usar un telescopio nuevo y mucho más potente de lo habitual, el misterio ya no lo era tanto.

Sin embargo, no hay que quitarle ningún mérito al científico estadounidense, sino que hay que recordar que incluso los mejores astrónomos pueden equivocarse. Simplemente, hace falta una combinación de la luz del amanecer, un instrumento nuevo y el propio ojo humano para tener un misterio centenario. Y es que esta estrella esquiva no se perdió ni desapareció, sino que no fue observada correctamente.

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