Este ratón tiene una oreja humana en la espalda, y su historia marcó un antes y un después en la ciencia
¿Imaginas un ratón con una oreja humana a sus espaldas? Esta polémica investigación tuvo lugar en 1997.

Los ratones, desde hace muchos años, han sido objeto de multitud de pruebas en el ámbito de la investigación. En las últimas décadas ha habido una corriente que aboga por la salida de los animales de los laboratorios, pero lo cierto es que este tipo de experimentos han servido para la incorporación de importantes novedades a nivel de innovación. Algunas de las actividades más interesantes han englobado proyecto para la lucha contra el alzheimer, el cáncer o, simplemente, la curación de enfermedades menores.
Sea como fuere, si hay un proyecto que merece la pena recordar, ese es el que involucró a un ratón que no tenía pelo ni sistema inmunológico. Este candidato era perfecto para llevar a cabo una prueba jamás antes realizada. ¿Sería posible hacer crecer una oreja con forma humana sobre la espalda de este animal en particular? Las imágenes, publicadas por la comunidad científica en 1997, dieron la vuelta al mundo. Y con razón. Se trató de un avance muy importante para entender el funcionamiento de la cirugía plástica.
Veamos, por tanto, cuáles fueron las claves para entender por qué se utilizó este ratón en especial, cuáles fueron los adelantos que se consiguieron en materia de reconstrucción de tejidos humanos y, por supuesto, hasta qué punto este hito marcó un antes y un después en este sector de la medicina. Fue una investigación de la que no se tenía un gran conocimiento y que, de repente, inundó los televisores de la época.
La historia de cómo una oreja de aspecto humano terminó en la espalda de un ratón
Las imágenes de la investigación son especialmente sorprendentes. ¿Cómo acabó ahí una oreja de estas características? La clave está en el propio tejido del cartílago y, por supuesto, la ausencia de un sistema inmunológico por parte del mamífero. Esta especie de ratón crece sin pelo como consecuencia de la ausencia de este sistema. Esto, además, evitaría cualquier rechazo de este agente extraño bajo la piel, por lo que todo eran ventajas a la hora llevar a cabo este experimento en particular.
De acuerdo con el estudio publicado hace ya más de 25 años, esta especie de oreja sintética permaneció hasta 12 semanas en el interior del ratón. El cartílago en particular fue creado para tener el tamaño correspondiente a una persona con una edad media de unos 3 años, algo que permitió que no tuviera un tamaño desproporcionado en relación con la espalda del animal. Quirúrgicamente se introdujo esta tecnología para poder saber si las células madre incorporadas podrían alimentarse como una parte más del propio animal.
Tras el periodo de 12 semanas en el interior del ratón, se pudo comprobar cómo la operación había sido un éxito rotundo. Pese a todo, el estudio no tuvo la acogida que se merecía debido a profundas equivocaciones. Los medios de comunicación de la época ofrecieron, en muchos casos, información errónea. Por aquel entonces, la ética comenzaba a estar encima de la mesa en lo que se refiere a la investigación con animales, por lo que las modificaciones genéticas estaban en el debate público. El problema es que, en este caso, no se produjo ninguna manipulación en este sentido.
Todo ello ocurrió pese a la publicación de todo lo realizado en el procedimiento. Los hermanos Vincent, los autores del experimento, no tuvieron el reconocimiento que, quizás se merecían, pero estas pruebas sirvieron para la realización de toda una serie de proyectos que llegarían unos años más tarde. Más de 25 años después, la piel sintética sigue sin ser una alternativa viable y, sin duda alguna, no se están utilizando máquinas para poder hacer crecer extremidades o áreas externas como, por ejemplo, una oreja.