Los seres humanos tienen un nuevo aliado contra el cambio climático en forma de orugas hambrientas

Unas orugas devoradoras de plástico podrían ser la solución para eliminar los plásticos contaminantes que hay en nuestro planeta. Son capaces de transformar el plástico en grasa

Los seres humanos tienen un nuevo aliado contra el cambio climático en forma de orugas hambrientas
Una oruga alimentándose de una hoja de una planta en mitad de la selva
Publicado en Ciencia

La contaminación por plásticos se ha convertido en uno de los desafíos ambientales más apremiantes de nuestra era. Millones de toneladas de residuos plásticos terminan cada año en vertederos y océanos, asfixiando ecosistemas y entrando en la cadena alimentaria. El polietileno, el tipo de plástico más común a nivel mundial, presenta una resistencia química notable que lo hace increíblemente duradero, pero que a su vez provoca una lenta degradación que puede tardar siglos. Encontrar formas efectivas y rápidas de gestionar estos desechos es crucial para el futuro del planeta.

Ante este panorama desolador, la comunidad científica explora continuamente soluciones innovadoras y a menudo inesperadas. La naturaleza, con su vasta biodiversidad y procesos biológicos únicos, emerge como un potencial laboratorio de descubrimiento para abordar problemas creados por la actividad humana.

Pequeñas orugas con un gran apetito por el plástico que contamina el planeta

La búsqueda de métodos biológicos para combatir la acumulación de residuos plásticos ha llevado a investigadores a un rincón insospechado: el mundo de los insectos. Específicamente, las larvas de la polilla de la cera, conocidas como orugas de la cera (Galleria mellonella) (no confundir con los gusanos) han demostrado una sorprendente capacidad para degradar el polietileno, el plástico más abundante en el mundo, según apuntan desde Eureka Alert.

Un equipo de la Universidad de Brandon en Canadá ha estudiado cómo estas pequeñas criaturas interactúan con el polietileno. Descubrieron que las orugas no solo mordisquean el plástico, sino que realmente lo metabolizan. Pueden descomponer una bolsa de plástico de polietileno en apenas unas pocas horas o días, un contraste dramático con el tiempo que tarda en la naturaleza.

El proceso biológico implica que las orugas convierten el plástico ingerido en lípidos (grasa corporal), utilizando sus enzimas digestivas y posiblemente la ayuda de las bacterias presentes en su intestino. Sin embargo, una dieta compuesta únicamente de plástico resulta perjudicial para ellas a largo plazo, llevando a una pérdida de masa y eventualmente la muerte. Esto subraya la necesidad de complementar su alimentación si se contempla su uso a gran escala.

Los hallazgos abren dos vías principales para el futuro. Por un lado, se podría explorar la cría masiva de estas orugas en un entorno controlado, complementando su dieta plástica para mantener su salud, integrándolas en una economía circular.

Por otro lado, los científicos podrían centrarse en identificar y replicar las enzimas y mecanismos biológicos precisos responsables de la degradación del plástico para utilizarlos en procesos industriales sin necesidad de los insectos vivos. Además, la producción a gran escala de orugas podría generar biomasa utilizable, aunque surge una preocupación importante: el riesgo para las colonias de abejas, ya que las orugas de la cera son plagas de las colmenas en su hábitat natural.

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