Maíz, azúcar y solo vale 25 céntimos. Un científico quiere crear un nuevo combustible verde que podría ser una revolución
Un hallazgo convierte el residuo agrícola más abundante de Estados Unidos en oro líquido para los biocombustibles del futuro

Cada otoño, un océano de tallos, hojas y cáscaras de maíz cubren los campos estadounidenses, en lo que popularmente se conoce como corn stover, como si fuesen restos olvidados de una gran fiesta agrícola. Hasta ahora, estos millones de toneladas de residuos acababan repudiados o abandonados. Pero lo que para la mayoría es desecho, para la ciencia es una oportunidad.
Así se ha creado azúcar de bajo coste con los restos del maíz
Esta semana, investigadores de la Universidad Estatal de Washington han demostrado que, con un poco de ingenio y unos cuantos reactivos, este residuo puede transformarse en azúcar fermentable a un precio de tan solo 62 céntimos por kilo. Eso sí, estaríamos hablando de un azúcar que no van en postres, sino en alimentar a la revolución energética.
La clave está en un proceso químico patentado, que rompe las defensas naturales de las plantas, donde las paredes celulares son endurecidas por celulosa y lignina. Tradicionalmente, convertir biomasa en azúcar requería de métodos caros, agresivos y poco sostenibles. Pero el equipo liderado por el profesor Bin Yang ha dado con una fórmula barata y sorprendentemente eficiente: una mezcla de hidróxido de potasio y sulfito de amonio.
Según se cuenta en el artículo publicado en la revista Bioresource Technology, este baño químico ablanda el rastrojo y lo deja listo para que las enzimas hagan su trabajo y lo transformen en azúcar. Y lo más importante: sin necesidad de recuperar los productos químicos, lo que recorta costes y emisiones. El resultado es un jarabe de grandes posibilidades para la industria bioenergética.
Bin Yang, profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas Biológicos y en declaraciones recogidas en el medio Interesting Engineering, asegura que "el azúcar barato es la clave del éxito comercial de las nuevas tecnologías que producen combustibles y productos útiles a partir de biomasa renovable". Además, el proceso también genera fertilizantes reutilizables, cerrando el círculo.
Hablamos de un estudio cuyo impacto puede ser mayúsculo, dado que la tecnología desarrollada podría rebajar los costes del etanol celulósico, digamos que es el primo sostenible de la gasolina, y acelerar su adopción en el transporte y la industria. Además, al utilizar residuos no alimentarios, se evitan los conflictos éticos del denominado maíz para tanques.
El proyecto parece que ahora entra en la fase piloto y está dispuesto a escalar su tecnología para que deje de ser una promesa de laboratorio y se convierta en un cambio real, De lograrlo, no solo se podrán alimentar vehículos, sino que también podría reescribirse la historia del maíz, elevando lo que antes era basura rural a la categoría de recurso estratégico para un planeta que necesita energía limpia sin sacrificar su futuro.